Cataluña
«Cupayazo» catalán para elegir a Mas
Deserciones en la CUP durante la votación de investidura llevarían a Mas a la presidencia. Ofrece un gobierno coral con tres comisiones para la toma de decisiones dirigidas por Junqueras, Romeva y Neus Munté.
La sombra del llamado «cupayazo» circula por toda Barcelona y planea sobre la investidura de Artur Mas. Como hace doce años en Madrid, cuando dos diputados socialistas tránsfugas impidieron que Rafael Simancas fuera elegido presidente, las divisiones surgidas en el seno de la CUP ante su necesario apoyo a Mas recuerdan claramente a aquel «tamayazo» que convulsionó el socialismo madrileño. Las presiones externas y el desacuerdo interno entre las agitadas bases de la propia formación antisistema han favorecido a Convergència y permitido a Artur Mas jugar con el tiempo y su gran as en la manga: una nueva convocatoria de elecciones y la acusación a los radicales de extrema izquierda de encallar el proceso secesionista. «Nadie quiere cargar con esa losa», reconocen en CDC y en la propia CUP.
Dos partidos en plena ebullición interna, pues mientras la nueva Convergència, bajo las siglas de Democracia y Libertad, concurre a las elecciones del 20-D con un programa de centro y liberal, los colegas de Cataluña aceptan las exigencias anticapitalistas de los cuperos. De hecho, en los últimos días han sido numerosas las fricciones entre Francesc Homs, número uno de la candidatura al Congreso de los Diputados, y la cúpula del partido en Cataluña liderada por Josep Rull y Jordi Turull. La necesidad de investir a Mas por encima de todo se impone, pero el duelo está servido y la formación fundada por Jordi Pujol se desangra por momentos. Así lo definen algunos críticos: «El problema no es la investidura sino el día después», como aviso de un gobierno y un programa totalmente inestables.
Nunca 62 diputados se convirtieron en el tonto útil de 10. Es el demoledor lamento de dirigentes críticos de CDC, alarmados ante las cesiones de Artur Mas a los radicales de la CUP. Con tal de salir, lo que sea. Pero tampoco son menores las fisuras dentro de la CUP, donde existen dos facciones enfrentadas: quienes apuestan por votar a Mas como un mal menor para avanzar hacia la independencia y los radicalmente opuestos por los escándalos de corrupción que le salpican. La tensión entre ambas corrientes es enorme ante la Asamblea del próximo domingo, avivada por los críticos agrupados en Endavant y Poble Lliure, donde se sitúa la número dos del partido, Anna Gabriel, cuyo poder y activismo eclipsa al número uno, Antonio Baños.
La presidencia coral
Según fuentes de la CUP, sobre la mesa están ya puestas las contrapartidas de medidas radicales y la llamada presidencia «coral», que tomaría forma con tres comisiones delegadas. Oriol Junqueras sería el vicepresidente único y hombre fuerte en el área económica; el comunista Raül Romeva encabezaría la comisión de Asuntos Exteriores y Relaciones Institucionales y la ex ugetista Neus Munté dirigiría el área de las políticas de Bienestar.
Junts pel Sí quiso hacer pública su oferta para dejar claro hasta qué punto ha cedido ante la CUP para posibilitar el acuerdo. Mas, en todo caso, se reservó las atribuciones propias del presidente de la Generalitat para que su papel no se vea disminuido hasta el punto de tan siquiera poder convocar elecciones cuando lo considere conveniente.
Las líneas rojas de la CUP son, de momento, muy duras: ruptura total con España y desobediencia a sus instituciones, un plan de emergencia para rescatar a los sectores empobrecidos de Cataluña, revisión de las privatizaciones realizadas, anulación de todos los recortes sanitarios y sociales. Un plan de choque bolivariano en toda regla. Algo difícil de tragar para un partido de tradición liberal y que amenaza la campaña de los aspirantes convergentes al Congreso de los Diputados. «La locura de Mas por seguir es total», aseguran los críticos, que pronostican una escisión irreversible de Convergència una vez consumado el acuerdo.
La situación ha cambiado en el seno de la CUP en estos días. De aquella primera frase «Nunca investiremos a Mas», se ha pasado a lo expresado por uno de los disidentes, el número tres por Barcelona, Josep Manuel Busqueta. «Hacen falta los mejores y nadie sobra para liderar el camino hacia la independencia». Busqueta es uno de los cuatro cabezas de lista de la candidatura que diseña alternativas. Nacido en una conocida familia de reposteros barceloneses, suele decir que «a nadie le amarga un dulce». Con un discurso radical inicial, no duda en sentarse a negociar y batuta las tres premisas actuales en la mesa de la CUP junto a Julià de Jòdar, también partidario de la investidura bajo una presidencia simbólica con funciones limitadas y un gabinete en la sombra donde estarían Oriol Junqueras, Raül Romeva, Munté y algún «cupero». Es la fórmula de la llamada «presidencia coral» con un presidente visible, sin grandes poderes ejecutivos, y una «camarilla» en el gobierno de la Generalitat, auténtica diseñadora del camino soberanista y de la declaración de la República catalana.
Otros, con la número dos Anna Gabriel en cabeza –una mujer con gran poder de maniobra en las bases del partido–, se oponen tajantemente a Mas y desean un candidato diferente. En el término medio se sitúa Antonio Baños, número uno de la CUP en el Parlament, pero que empieza a ser muy contestado. Sus últimas declaraciones públicas, algo tibias, y su cercanía a candidatos de Junts pel Sí, entre ellos a Romeva, empiezan a restarle apoyos. Desde el entorno de Artur Mas, la consigna es clara: negociar a toda costa con la CUP, sacar adelante la investidura y, de lo contrario, elecciones. Algo que paraliza, según ellos, el camino hacia la independencia. Así las cosas, el «cupayazo» y posible trasvase de votos es definitivo, ya que el reglamento del Parlamento de Cataluña lo permite. Si todo se entorpece en el camino, la última baza sería ya una nueva convocatoria de elecciones.
En este convulso escenario, el gran triunfador es el líder de ERC Oriol Junqueras. Bajo su discurso de que lo único importante es la República Catalana, puede lograr ser presidente de la Generalitat si en diez meses Artur Mas pierde la moción de confianza, otra exigencia de la CUP junto a una nueva declaración de independencia y desconexión con España.
Sumidos en esta caótica situación, un veterano convergente lo dice con acierto: «Rendición ante la CUP y luego ya se verá». Como los gatos, a Mas le quedan otras vidas por delante.
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