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«¿Está dispuesto el Gobierno a usar la fuerza contra Cataluña?»
Puigdemont exige a Rajoy que aclare cómo impedirá el referéndum
El presidente de la Generalitat está subiendo el tono de sus declaraciones contra el proceso soberanista y ha exigido saber si el Estado está dispuesto a utilizar «la fuerza» contra el «proceso catalán».
Condenados al conflicto, al Gobierno y a la Generalitat les queda poco más que acordar las normas de la batalla antes de entrar la fase final de las hostilidades. A los boxeadores, por ejemplo, no se les permiten los golpes bajo el cinturón; y a los ejércitos se les prohíbe el uso de municiones en racimo. Los límites del conflicto político, en cambio, no están tan claros porque el ordenamiento jurídico no deja de ser algo interpretable. ¿Actuarán las fuerzas de seguridad para neutralizar el desafío soberanista? Es difícil responder a la pregunta porque es igual de difícil conocer el tamaño del desafío, pero el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, se interesó ayer por conocer la postura del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.
«¿Está dispuesto el Gobierno a utilizar la fuerza contra Cataluña? Creo que ya está bien de jugar con esta ambigüedad, ya está bien de flirtear en los confines de las costuras del sistema democrático», dijo Puigdemont durante la sesión de control de ayer en el Parlament. Estas palabras levantaron las protestas de la bancada del PP catalán y el president se revolvió: «A ustedes les importa un rábano el sistema democrático, lo que les importa es la fuerza».
Muy duro, más que de costumbre, Puigdemont se recreó en retratar los excesos que él aprecia por parte del Gobierno. «Cuando el Estado español, ante un camino democrático como el nuestro que debe acabar democráticamente, dice que está dispuesto a todo y comienzas a repasar la tradición de la política española es cuando comienzas a inquietarte», argumentó el titular de la Generalitat, que también trajo a colación las palabras del ex juez Elpidio Silvia para situar al Estado español a las puertas del «totalitarismo». «El debate político basado en la criminalización del adversario es el preludio del totalitarismo», afirmó.
Dicho esto, Puigdemont obsequió a los suyos con el recurrente discurso de amor a la democracia después de que el presidente del grupo parlamentario de Junts pel Sí, Jordi Turull, le sirviera en bandeja la réplica. Le preguntó Turull si acaso el Govern se siente «disuadido por las amenazas del Estado» y el president replicó con palabras propias de un mitin. «No; de hecho, nos anima, porque viendo el panorama, créame, que incluso los que no son partidarios de la independencia tienen bastantes ganas de poder superar un estado español que, en palabras de gente que no son independentistas –en este Parlamento mismo ayer el señor Ekaizer– tiene una actitud propia de una política criminal contra el soberanismo», afirmó.
Callejón sin salida
El rumbo del proceso soberanista centró buena parte de la sesión de control, ya que también el líder del PSC, Miquel Iceta, expuso sus dudas a Puigdemont, a quien acusó de «haberse metido en un callejón sin salida y no haber calculado demasiado las consecuencias de sus decisiones, lo que supone una manifiesta irresponsabilidad» y le exigió «no situar las instituciones catalanas fuera de la ley, no hurtar información ni derechos a la oposición y no cometer la irresponsabilidad de tomar decisiones que pueden acabar perjudicando al país y sus instituciones». «¿Podría decirnos en qué fecha prevé convocarlo y cuales se prevén que sean las consecuencias?», preguntó Iceta.
Pero Puigdemont afirmó que «la fecha aún no está decidida, la pregunta tampoco y las consecuencias ya las hemos advertido todos», aludiendo a las querellas e inhabilitaciones de miembros actuales o exdirigentes del Govern. «Si algo sabemos son las consecuencias de mantenernos fieles al compromiso con los catalanes», dijo.
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