El desafío independentista
Puigdemont activará «en días» la declaración de independencia
Considera la jornada un éxito y suficiente para plantear la secesión. El presidente catalán y la CUP apuestan por una proclamación unánime del Govern y Junqueras quiere una «escena del balcón».
Considera la jornada un éxito y suficiente para plantear la secesión. El presidente catalán y la CUP apuestan por una proclamación unánime del Govern y Junqueras quiere una «escena del balcón».
Ni un paso atrás, sino todo lo contrario. Satisfacción, euforia y victimismo entre los partidos que integran el bloque soberanista. Es el estado de ánimo entre los dirigentes de la coalición Junts pel Sí y las organizaciones independentistas tras la aciaga jornada del referéndum ilegal. «Ha ganado la democracia frente a la represión por goleada», afirman dirigentes del PDeCAT y Esquerra Republicana, mientras los antisistema de las CUP, la ANC y Omnium Cultural van mucho más allá. Según dirigentes de estos grupos radicales, después del 1-O se perfila un nuevo régimen que sustituya al constitucional del 78. Desde la Generalitat, el mensaje es proseguir con el desafío y la conclusión unánime: «Si Mariano Rajoy no quería la imagen de una consulta ahora tiene dos, la gente votando y la Policía cargando». En el Govern sacan pecho ante las reacciones de algunos medios internacionales sobre la intervención de las Fuerzas de Seguridad.
Dirigentes del PDeCAT y ERC aseguran que precisamente la actuación de la Policía Nacional y Guardia Civil provocaron que mucha gente reacia a votar finalmente sí lo hiciera. «Los porrazos han aumentado la participación», dicen en estos partidos. Añaden que estas intervenciones les han dado la legitimidad que necesitaban y desdeñan por completo la falta de garantías legales de la consulta. Nada parece importarles en una estrategia muy clara: internacionalizar al máximo el conflicto, algo que consideran ahora se ha logrado, y agigantar al máximo la actuación de las Fuerzas de Seguridad acatando órdenes de «la España opresora». Algunos consejeros de la Generalitat como Raúl Romeva ya han recibido el encargo de Puigdemont de dirigirse a la Unión Europea, Naciones Unidas y otros organismos exteriores en este sentido para denunciar la «represión contra la democracia».
El Govern prepara en los próximos días una gran maquinaria de propaganda al respecto. «La fuerza del 1-O ha sido brutal», advierten. Según su entorno, Carles Puigdemont considera todo un éxito la jornada y planea ya los pasos siguientes a dar: activar la Declaración Unilateral de Independencia (DUI), aunque de momento sin concretar la fórmula, y acordar con la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, una declaración solemne sobre la jornada de ayer en la Cámara autonómica. Para el presidente de la Generalitat, la situación «se le ha ido de las manos» al Gobierno de Madrid, mientras en Cataluña se ha sabido activar hábilmente el sentimiento emocional. «Si antes era firme en sus convicciones, ahora mucho más», dicen sus allegados. No obstante, las posiciones futuras no son del todo unánimes en el bloque soberanista.
Puigdemont sigue siendo partidario de una declaración unánime de todo el Govern, lo que suscita reticencias por las consecuencias penales, tal como opinan destacados juristas. El líder de Esquerra, Oriol Junqueras, se inclina por la llamada «escena del balcón» en solitario del presidente, tal como hizo en su día Lluis Companys, dado que mantiene la esperanza de ser el próximo inquilino de La Generalitat y esquiva una posible inhabilitación. La presidenta del Parlament, Carme Forcadell, quien en principio se niega a que la DUI se proclame en la Cámara autonómica, aceptaría algún tipo de declaración solemne tras el 1-O y empezar la tramitación de la ley de transitoriedad jurídica, que pone los cimientos de una futura república catalana. La presión más fuerte viene de los radicales cuperos exigiendo la inmediata proclamación de la DUI, tal como según ellos prevé la ley de transitoriedad. «O independencia o huelga general», insisten los antisistema, que tienen en sus manos el apoyo al actual Gobierno de Puigdemont.
En el seno del PDeCAT no todo es unanimidad. Los convergentes más sensatos apuestan por unas elecciones autonómicas con un nuevo candidato o candidata, que aproveche la resaca del 1-O y su choque de trenes con Madrid. Es también la opinión de un sector de ERC, que plantearía los comicios en clave plebiscitaria «ante la presión de las fuerzas de ocupación españolas». En lo que todos coinciden es que a partir de hoy, 2 de octubre, se inicia un cambio de ciclo y que las cosas ya nunca volverán a ser igual. Desde las filas de Podemos y los Comunes de Ada Colau quieren aprovechar esta fecha para forzar al PSOE de Pedro Sánchez a una moción de censura en el Congreso de los Diputados. La consigna «echar a Rajoy» corre como la pólvora por las redes sociales de estos partidos de extrema izquierda.
Ello suscita desazón entre veteranos convergentes ahora alejados de la dirección. «Ya no se trata de la independencia, sino de la anarquía». Opinan que Puigdemont ha sido un rehén absoluto de las CUP y que estamos precisamente dónde los antisistema deseaban: en una revolución que rompa en pedazos el régimen del 78. Según ellos, es urgente de nuevo un diálogo que siente las bases de una reforma constitucional, con un gran acuerdo político y económico para el encaje de Cataluña en España. De lo contrario, todo es imprevisible: «La calle frente a los jueces, la anarquía frente al Estado de Derecho». En estos sectores apuestan por desechar la DUI y, retirado el apoyo de las CUP, convocar unas elecciones autonómicas que devuelvan «un poco de cordura» al conflicto catalán.
Las próximas semanas serán decisivas. Frente a la denuncia del Gobierno de la Nación sobre la farsa de la consulta y su ausencia de cualquier garantía, los soberanistas se sienten exultantes ajenos a las cifras, al estado de derecho y a todo. «Sólo cuentan las colas de la gente y los heridos», aseguran sin tapujos.
Y desde la Generalitat anoche emitían un mensaje: Puigdemont ha ganado.
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