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Buscan al autor del atropello de una menor en Fuente del Saz
El suceso se produjo sobre las siete de la mañana en la M-117, cuando la chica se dirigía a la parada del autobús para ir a clase. El cuerpo no fue hallado hasta dos horas más tarde
El suceso se produjo sobre las siete de la mañana en la M-117, en Fuente el Saz, cuando la chica se dirigía a la parada del autobús para ir a clase. El cuerpo no fue hallado hasta dos horas más tarde.
«¡Vete largo de la carretera!», grita desesperado un hombre con la mirada perdida en una imagen que tardará mucho tiempo en borrar de su recuerdo. Manuel vive a una de las orillas de la carretera M-117, a la altura de la localidad de Fuente el Saz de Jarama, en el mismo punto en el que el autobús interurbano número 184 hace una de sus paradas de camino a la ciudad de Madrid. Una zona residencial tranquila, de no ser por el vaivén de coches con el que los residentes de la urbanización El Juncal ya han aprendido a convivir. Sin embargo, y por muy acostumbrados que estén estos vecinos al ruido de la circulación, ayer a primera hora de la mañana un estruendo grave y seco les dio el aviso de que algo no iba bien: «Pensé que se nos había roto la puerta», relata Manuel aún consternado por lo ocurrido. El perro de la familia no paraba de ladrar, intranquilo, como si tratara de alertar del trágico suceso que acababa de producirse a pocos metros de su casa: la muerte accidental de una joven de tan sólo 17 años de edad.
El destacamento de Tráfico de la Guardia Civil de Buitrago de Lozoya investiga el presunto atropello del que, según comunicaron ayer la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid y Emergencias de la Comunidad de Madrid-112, informó un conductor que circulaba por esa carretera en torno a las 10:00 horas. El hombre descubrió el cuerpo de la joven a la altura del kilómetro 3,800 y, en un último intento por salvar su vida, llamó al teléfono de Emergencias 112. Inmediatamente, varios agentes de la Guardia Civil de Paracuellos, así como agentes de Tráfico, se desplazaron cuando aún no se sabía qué había ocurrido, pues simplemente tenían noticias del hallazgo del cadáver de lo que parecía una chica joven en una cuneta. Al lugar de los hechos llegó también una ambulancia de Emergencias-Comunidad de Madrid, pero el médico del Summa sólo pudo certificar que la muchacha ya había fallecido. El cuerpo presentaba politraumatismos y lesiones compatibles con un arrollamiento, por lo que, pocos minutos después, se pudo descartar que se tratara de un crimen de otro tipo.
Cuando Manuel y su mujer escucharon el ruido ensordecedor del que nos hablan, pasaban algunos minutos de las 7:00 horas de la mañana. Horas después de que el cuerpo sin vida de la víctima hubiera sido ya retirado de la zona, en el tramo de la M-117 acordonado por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, se mantenían intactos los signos del último instante de vida de una chica que, como cada mañana, se dirigía a su instituto para afrontar otra jornada de estudio. A un lado y a otro, varios metros de la carretera seguían cubiertos por las páginas de un libro de Geografía subrayado en mil y un colores y en el que se podían ver las anotaciones de la joven. Y entre papeles arrugados, una zapatilla de deporte, olvidada en la cuneta contraria a la que recogió y mantuvo escondido durante tres horas el cuerpo de la víctima.
«¡Vete largo de la carretera!», grita con razón Manuel a una mujer que, sorprendida por la presencia de los medios de comunicación, caminaba despistada, casi haciendo malabares para no caer a la zanja que comienza al límite de la línea blanca de la vía ni ser arrollada por alguno de los múltiples vehículos que pasan por allí. Y lo hace realmente afligido, concentrado en el charco de sangre que, a sus pies, le dice que allí yacía hacía unas horas una vecina a la que él mismo había visto destrozada –los testigos aseguran que el cuerpo se encontraba desmembrado, siendo que una de sus extremidades inferiores se encontraba a metros de distancia del cadáver–. De hecho, el hijo de Manuel, aunque no conocía personalmente a la joven que falleció atropellada, sí reconocía su rostro, pues lo veía a diario en el mismo punto, a la misma hora, esperando al mismo autobús. Tal vez por eso, porque ella se había convertido ya en una de esas desconocidas con las que uno se familiariza a fuerza de una rutina, este joven no se vio con fuerzas para salir de casa durante el día de ayer: «Está muy nervioso, no es capaz de decir una palabra», explicó su padre.
Pero si alguien se ha quedado sin palabras tras lo sucedido, es sin duda la familia de la víctima. Ayer al mediodía, las puertas de su casa en la urbanización El Juncal eran custodiadas por varios profesionales del Summa que, muy discretos, informaron escuetamente: «Hay psicólogos trabajando dentro con los padres». Unos padres que amanecieron con la peor de las noticias y que ahora, como el resto de vecinos, deben de hacerse muchas preguntas: ¿de quién fue la mayor imprudencia?, ¿Existe una forma más segura de cruzar la carretera y llegar a la parada de autobús?, ¿Por qué se dio a la fuga el conductor?, y lo más importante y desgarrador, ¿Se habría podido evitar?, ¿Habría podido salir con vida su hija de haber sido socorrida en el momento de los hechos? A todas estas incógnitas tratarán de responder los investigadores que, por el momento, no pueden más que hacer sus cábalas, siendo ya más que probable el atropello y la omisión de socorro –a primera hora se había llegado a sospechar que se tratara de un caso de violencia machista–. Los agentes del destacamento de tráfico de Buitrago seguían, al cierre de esta edición, tratando de identificar el vehículo responsable del arrollamiento que, según creen fuentes de la Guardia Civil, podría tratarse de un camión, lo que explicaría la fuerza del impacto y las catastróficas consecuencias.
Una vía sin puntos negros
A pesar de la escasa visibilidad que, según denuncian los residentes de la urbanización El Juncal, existe en el tramo de carretera a la que acceden desde sus residencias, el punto en el que ayer falleció una joven no se encuentra entre los denominados como «negros». «No podemos llamarlo punto negro», explicaron ayer a LA RAZÓN fuentes de la Consejería de Infraestructuras y Transportes de la Comunidad. Con los datos sobre la mesa, en los dos últimos años no se ha registrado ninguna víctima mortal por accidente de tráfico en esta zona y no sólo en este punto concreto. En todo 2016 y 2017 no se ha dado el caso a lo largo de toda la M-117.
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