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Los huesos confirman la leyenda: aquí yace Cervantes
Tal como aseguraba la historia, el Convento de las Trinitarias Descalzas albergaba los restos del escritor, según confirman ahora los científicos.
Cuatro siglos después de su muerte, el lugar en el que reposan los restos de Miguel de Cervantes ha dejado de ser un misterio. La investigación que comenzó en abril de 2014 ha cumplido su objetivo y, tal y como ha podido confirmar LA RAZÓN, los expertos al mando de los trabajos cuentan ya con evidencias científicas suficientes para asegurar que el escritor de El Quijote nunca abandonó el lugar en el que recibió sepultura, el convento de las Trinitarias Descalzas de San Ildefonso, situado en el barrio de Las Letras de la capital. El hallazgo se ha producido en uno de los treinta y seis nichos situados en la pared norte de la cripta subterránea del templo. Un espacio de poco menos de 60 metros cuadrados que, en las últimas décadas, las monjas trinitarias habían alquilado a una librería para que almacenara allí algunos de sus fondos. Sin embargo, no se trata del nicho número 1, en el que en los primeros días de trabajo de esta segunda fase se hallaron restos en mal estado de un féretro con las iniciales «M. C.». El secretismo en torno al hallazgo es tal que ni siquiera las religiosas del convento estaban al tanto de lo sucedido.
Tal y como preveía el antropólogo Francisco Etxeberria al inicio de la investigación, no se ha «encontrado a Cervantes con su nombre puesto en un ataúd». Ni tampoco el esqueleto entero. Tampoco han sido hallados, como también auguraba la hoja de ruta de la investigación, en el lugar original de su enterramiento. Los restos que los análisis efectuados en el laboratorio instalado en la cripta han confirmado que pertenecen a Cervantes se encuentran en muy mal estado junto a los de otros cadáveres. La agencia Efe concretó además que estas comprobaciones han sido posibles gracias a las pruebas realizadas con un espectrómetro de masas. De esta forma, el equipo de la Sociedad Aranzadi liderado por Francisco Etxeberria ha conseguido analizar la composición ósea y datar los restos que coincidirían con los de Miguel de Cervantes, su esposa, y otros individuos que fueron enterrados en la misma época.
Una jornada de desmentidos
De sobresalto en sobresalto, o mejor decir que de hito en hito, transcurrió el día de ayer en las redacciones de los periódicos e imaginamos que lo mismo en el resto de medios. Una información hacía saltar las alarmas: los huesos de Cervantes podrían haber sido hallados. La carrera contrarreloj comenzaba y el silencio entre los responsables tanto del Ayuntamiento como de la búsqueda se cernía como un manto sobre una noticia que podía ser de alcance mundial. De las tres partes en que se basa la exhaustiva investigación, a día de hoy, 12 de marzo, solamente el trabajo antropológico es el que está prácticamente culminado, cuyo trabajo se ha realizado in situ y jamás se han sacado fuera del monasterio de las Trinitarias para ser analizados. En bastantes casos, el lamentable estado de deterioro de los mismos ha hecho imposible que se determinara si pertenecían a un varón o una mujer.
La investigación histórico-documental continúa abierta, pues Francisco Marín Perellón, historiador, sigue trabajando concienzudamente en la historia del Monasterio de las Trinitarias, así como en asuntos relativos, por ejemplo, a la testamentaría, así como en los hábitos de instrucciones de los difuntos. «Está dando las últimas puntadas», aseguran desde el entorno de la investigación. En cuanto al tercer vértice, el del trabajo arqueológico, se espera que el viernes estén listos los informes sobre los objetos hallados para su datación. «Los investigadores van a su ritmo y no se puede presionar a nadie», comentan. Desde el Ayuntamiento mostraron ayer su asombro por las noticias que copaban las webs de los medios en internet, sobre un más que posible hallazgo de los restos óseos de Cervantes, extremos que «en ningún momento se han confirmado. Se han hallado restos de más de trescientos individuos, la mayoría de ellos niños, y hay que ser extremandamente cauteloso con lo que se dice y muy prudente», explican. La semana que viene, el martes, en la rueda de Prensa que se ofrecerá todo es posible. Por el momento, en el ataúd que lleva las iniciales «M. C.» «se han hallado fragmentos óseos que podrían pertenecer a una mujer junto con otros de niños, lo que significa que ahí no se ha hallado a Cervantes. Estamos con el alma en vilo y lo que falta es que los trabajos arqueológico, histórico-documental y antropológico cuadren», apostillan.
El anuncio del éxito de la investigación se realizará el próximo martes en una rueda de Prensa que pondrá fin a casi un año de trabajos que comenzaron justo hace un año, cuando en marzo de de 2014 se obtuvieron los permisos del Ayuntamiento de la capital, la Dirección general de Patrimonio Histórico de la Comunidad y del Arzobispado. Ello abrió la puerta al comienzo de la primera fase en la que el experto en georradar Luis Avial y su equipo realizaron un mapa tridimensional de las anomalías halladas en el convento que pudieran ser compatibles con enterramientos. El dictamen de Avial señalaba la cripta como el lugar más probable en el que poder hallar al escritor. En enero de este año, comenzó la fase antropológica y una treintena de investigadores procedentes de universidades de todo el país –y en los que se han incluido desde expertos del Museo del Traje hasta una integrante del Instituto de Estudios Científicos en Momias o un alpinista– accedieron a la cripta para la recuperación de los restos. Sólo allí se han constatado centenares de enterramientos que permiten ampliar el conocimiento de cómo era el Madrid de los siglos XVI y XVII, ya que en este tiempo han ido apareciendo momias, ropajes y detalles que arrojan luz sobre los modos de vida de la época. El hallazgo además coincide con la conmemoración de cuarto centenario de la publicación de la segunda parte de «El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha» que, por si fuera poco, sirve de prólogo a la celebración en 2016 del Cuarto Centenario de la muerte del escritor.
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