Ahora Madrid
Los titiriteros del Alka-ETA «apalean» a Celia Mayer
Reaparecieron ayer en Madrid con una obra en la que una marioneta que representaba a la edil de Cultura era golpeada por otro personaje
Reaparecieron ayer en Madrid con una obra en la que una marioneta que representaba a la edil de Cultura era golpeada por otro personaje
«Detenidos injustamente por aquello por lo que protestaban». Así fueron presentados ayer Alfonso Lázaro y Raúl García en el que fue el espectáculo de cierre del XI Festival por la Auto-Organización de los Barrios. La vuelta de los «Títeres desde abajo» era muy esperada y, sin ninguna duda, despertará un buen puñado de críticas y de alabanzas a partes iguales. Y es que, seguramente, de no ser por los cinco días que estos artistas pasaron en la cárcel el pasado mes de febrero, la expectación ante un simple número de marionetas habría sido mucho menor –así lo reconocía la propia organización del evento–. Imputados por un supuesto delito de enaltecimiento del terrorismo, los dos titiriteros han logrado tejer alrededor de su teatrillo una enorme red de detractores, pero también de muchos adeptos que, al grito de «¡Titiriteros, absolución!», recibieron ayer la vuelta a los escenarios de la pequeña compañía teatral.
El espectáculo de títeres tuvo una protagonista inesperada: la concejala de Cultura, Celia Mayer. Ella fue quien les denunció tras la polémica de su montaje en el Carnaval y ayer los dos titiriteros reservaron a Mayer su propia escena. Nada más arrancar el montaje, una marioneta identificada como la «concejala de Cultura» –«antes, decía ser okupa y rebelde», añadieron– se presentó ante el panadero para preguntarle si disponía de los permisos «para ir por ahí culturizando». Éste le sugirió solucionar el problema con un vaso de aguardiente y el muñeco que representaba a Mayer accedió. Sin embargo, todo era una trampa y Mayer termina la escena golpeada por el otro personaje con un palo.
Los «Títeres desde abajo» habían actuado ya por la mañana en la Plaza de Tirso de Molina, pero por la tarde era el turno del Barrio del Pilar. La cita estaba marcada a las seis y media, pero a esa hora en el templete del Parque de La Vaguada aún se oían voces femeninas declamando a Federico García Lorca. Sin embargo, en el ambiente se sentía a los titiriteros cerca: el público poco a poco se fue arremolinando al tiempo que Alfonso y Raúl trabajaban en el montaje del diminuto escenario, de fondo sonaba música punk que se entremezcla con alaridos y risas de un montón de pequeños y entre la marabunta se distinguían camisetas de apoyo a los dos excarcelados. Y por fin, con el retraso propio del mundo de la farándula, comenzaba el show: «Cristobito».
Repitiendo lo que habían hecho ya por la mañana, los titiriteros dedicaron su función a la memoria de Juan Andrés Benítez, que en octubre de 2013 falleció tras ser reducido y a cuya muerte siguió una acusación popular. Pero, a pesar de lo que cabía esperar, el mensaje político de la actuación de Alfonso y Raúl se redujo casi a eso, pues los tres cuentos que conforman «Cristobitas» tienen un tono mucho más amable y muy lejos del de «La bruja y Don Cristóbal», la obra que representaron en el pasado carnaval. Si bien es cierto que cualquier adulto habría percibido en estas historias varias metáforas en torno a la lucha de clases, esta vez el dúo artístico esquivó el tema religioso y, por supuesto, el terrorismo.
Sin embargo, sigue quedando la duda de si este tipo de espectáculo es apto para todos los públicos, o como dicen los titiriteros, «para todos los públicos que sepan diferenciar entre la realidad y la ficción». En cualquier caso –y aunque precisamente éstos no deben de entender muy bien la diferencia–, ayer los niños ocupaban las primeras filas.
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