Consumo
Los españoles gastan lo mismo en bares y restaurantes que en alquiler de viviendas
El consumo de los hogares roza los 600.000 millones y representa ya el 57,1% del PIB
El Producto Interior Bruto a precios de mercado de España alcanzó en 2014 un valor de 1.063.819 millones de euros, un 1,4% más que en el ejercicio precedente. El Instituto Nacional de Estadística (INE) acaba de actualizar el desglose pormenorizado de los datos tanto desde el lado de oferta, como desde el lado de la demanda, correspondiente a 2013, un ejercicio en el que la economía inició la senda del crecimiento en el tercer trimestre, lo que, sin embargo, no impidió una contracción del PIB del 1,2%, la cuarta desde que comenzó la crisis en el verano de 2007.
El gasto en consumo final de los hogares representa el 57% del PIB, un nivel en el que se ha movido en los últimos ejercicios. En 1995, suponía el 60% del PIB, pero en 2000 bajó al 54%. ¿En qué gastan su dinero los ciudadanos? En 2013, destinaron 599.537 millones (el 57,14% del PIB) a consumo final. No es ni mucho menos la mayor cifra histórica, que corresponde a 2008 (cuando se situó en 623.029 millones de euros), aunque su peso en la riqueza nacional fuera inferior (56,05%).
El avance de datos del INE confirma que los españoles gastaron en 2013 casi lo mismo en bares y restaurantes (88.888 millones de euros) que en el alquiler de vivienda (90.049 millones), y en ambos casos por encima de lo que destinan a alimentación (incluidas bebidas no alcohólicas), 81.973 millones. En 2012, el gasto suntuario encabezó la clasificación, con 89.831 millones de euros, por delante de los alquileres y la alimentación. ¿Han cambiado mucho los hábitos? Algo, siempre en función de la situación económica por la que ha transitado España. El decenio prodigioso (1997-2007) permitió disfrutar de un Estado del Bienestar que se había olvidado durante los años de la reconversión industrial (mediados de los 80) y la crisis de comienzos de los 90. Fueron diez años en los que el ejercicio que menos creció el PIB fue un 2,9% (2002), un nivel que será superado este año si no se produce ningún cataclismo internacional.
En cuatro ocasiones España creció por encima del 4% en términos interanuales y en una ocasión, en 2000, alcanzó el 5,3%, un nivel al alcance sólo de los países emergentes. Durante ese periodo, nuestro país pasó de 14 millones de ocupados a los 20,5 millones de 2007, 2008, 2009 y 2010. Las cifras de paro que reflejaba la Encuesta de Población Activa marcaban mínimos históricos en torno al 8%. No es de extrañar que en 2008 el principal gasto de los españoles se centrara en el ocio. Ese año, el principal destino del consumo de los hogares fueron los bares y restaurantes (95.932 millones de euros, el 15,4% del gasto total), muy por delante de la alimentación (81.836 millones) y los alquileres de vivienda (80.390). Exactamente ese año, el gasto en «ocio, espectáculos y cultura» marcó máximo histórico, con 51.461 millones.
«Matar» el tiempo libre
En 2013 los españoles dedicaron a «matar» el tiempo libre 44.948 millones, un 12,65% menos. Por detrás de bares, alquiler de vivienda y alimentación y bebidas no alcohólicas, dos conceptos de los utilizados por el INE, utilización de vehículos personales (gasto en carburantes para el coche) y ocio y cultura, luchan por el cuarto puesto. En 2013 este segundo epígrafe se hizo con el cuarto lugar, con 44.948 millones de euros, relegando a gasolina y gasóleo al quinto puesto (42.837 millones). A partir de este lugar, otros cuatro conceptos entran en el «top ten» del gasto de los hogares españoles. Son, por este orden, vestido y calzado (27.369 millones de euros), electricidad y gas (25.368 millones), alcohol, tabaco y narcóticos (25.357 millones) y salud (24.173 millones).
Es curioso que, a pesar de las campañas preventivas para reducir el consumo de tabaco y alcohol, los hábitos de fumar y tomar una copa les han costado a los españoles por encima de los 25.000 millones anuales en los últimos cuatro ejercicios. Sólo en tabaco los españoles «queman» 14.216 millones de euros, el doble que en 1997, por ejemplo. Es más de lo que destinan las familias a pan y cereales o a la compra de automóviles y sólo 800 millones de euros inferior a lo que gastamos en cuidados personales.
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