Editorial

Podemos y el camino hacia la irrelevancia

Ciertamente, para Unidas Podemos, sólo le queda el camino a la extravagancia ideológica de unas propuestas legislativas que, como la Ley de Bienestar Animal, concitan un fuerte rechazo social, cuando no son simplemente objeto de risión

La ministra de Igualdad, Irene Montero, reconoció ayer que los socios socialistas del Gobierno mantendrán sus enmiendas a la llamada «Ley Trans», que, no lo olvidemos, es uno de los proyectos legislativos más destacados del programa radical de los antisistema y, en su discutible estrategia, una de las banderas de enganche de un sector del electorado huérfano de otras opciones políticas.

Sin querer entrar en el fondo de lo que, a todas luces, amenazaba con convertirse en otro engendro jurídico como la «Ley del sí es sí», también impulsada por el Ministerio de Montero, lo cierto es que la deriva hacia la irrelevancia electoral de la formación morada, un hecho constatable en sus últimos resultados en las urnas y en las proyecciones de las encuestas, no dejan otro camino a los seguidores de Pablo Iglesias que el de desmarcarse ideológicamente del PSOE para tratar de amortiguar la caída.

No es, sin embargo, una tarea fácil, por cuanto las posiciones socialistas han experimentado un proceso de radicalización hacia su izquierda, que busca reducir aún más el espacio político de los podemitas, aunque sea a costa de perder votos en el ámbito clásico de la socialdemocracia. Y, ahí, la estrategia política del presidente del Gobierno parece estar dando buenos resultados, pero siempre que no se crucen líneas rojas como la que presenta la «Ley Trans», extremada muestra de la ideología de género, que concita el rechazo mayoritario de unos movimientos feministas tradicionalmente en la órbita del PSOE. En este sentido, no le será difícil al sector socialista del Ejecutivo mantener las enmiendas a la ley de marras, aunque sólo sea porque se trata de medidas de puro sentido común, protectoras del bien superior de los menores, pero que también cierran la puerta a una utilización espuria de los cambios de filiación, con las que la inmensa mayoría de la opinión pública estará de acuerdo.

Ciertamente, para Unidas Podemos, sólo le queda el camino a la extravagancia ideológica de unas propuestas legislativas que, como la Ley de Bienestar Animal, concitan un fuerte rechazo social, cuando no son simplemente objeto de risión. Un empecinamiento político, que roza lo irracional, y que también está en el fondo del proceso de ruptura con sus socios de Izquierda Unida, que observan con preocupación las consecuencias de un sectarismo demasiado explícito hasta para sus planteamientos ideológicos y que no aborda las principales preocupaciones e intereses de los ciudadanos del común.

No es, pues, extraño que entre la coalición de extrema izquierda surjan cada vez más elementos de confrontación interna, especialmente, en lo que se refiere a su cabeza de cartel para las próximas elecciones generales, con la posibilidad nada remota de que el sector más próximo a los fundadores de Podemos busque una candidatura alternativa a la vicepresidenta Yolanda Díaz.