Constitución
Desde mi libertad
El significado de las palabras puede tener diversos matices, que sin ser incompatibles entre sí, son diferentes. Por ejemplo, la palabra “igualdad”, que en su concepto más liberal se refiere a la igualdad ante la ley y, sin embargo, también puede ser entendida desde el punto de vista del trato desigual a lo que es diferente. La Constitución española se refiere a ambos conceptos en sus artículos 14 y 9, respectivamente.
En otros casos pierden su significado porque son vaciadas de contenido y se las llena con uno diferente. Tal es el caso del concepto de “libertad”. Los libertarianos americanos, con Nozick a la cabeza, lo emplean para reivindicar la ausencia de límites, para ellos, las interferencias son cadenas que impiden el desarrollo libre de las personas.
Sin embargo, para un socialdemócrata, la “libertad"es sustancialmente diferente. Alguien es considerado libre cuando actúa en un plano de igualdad, es decir, en ausencia de discriminaciones y de privilegios. De esa manera somos realmente libres, porque todos gozamos de las mismas “cotas de libertad máxima”.
Por ello, un socialista valora su libertad por encima de todo, porque significa mirar al resto de los seres humanos a la misma altura, ni por encima, ni agachando la mirada para no ofender.
Ser libre también implica obligaciones morales y cumplirlas suele coincidir con el camino más complicado. Los atajos llevan a la opresión, en sentido de pérdida de libertad. Quizá permitan posiciones de poder personal, de tranquilidad económica, pero son el sometimiento a un poder injusto.
Decir “No” no siempre es un ejercicio de libertad porque en ocasiones se confunde la rebeldía con el ejercicio de libertad. El No de Tomás Moro fue de libertad, como el de Luther King o el de Ghandi, todos ellos escribieron páginas de la historia de la humanidad. Hay muchos noes cotidianos, humildes, que no aparecen en los libros, pero hacen más libres a las personas.
Otros noes solo sirven para salirse del carril, para romper algún cristal, son tácticos y buscan objetivos materiales, incluido el poder, son actos de protesta.
La libertad es muy exigente, otra de esas obligaciones es la coherencia. Ésta nos obliga todos los días del año, suele ser cara en el corto plazo, pero nadie dijo que ser libre fuese fácil, de hecho, es una de las cosas más difíciles.
Coherencia es enfrentarse a quien no respeta la igualdad, a quien aplica las normas de manera diferente según le convenga o a quién utiliza la mentira, que es la forma más habitual de violencia, para conseguir sus objetivos.
Ser coherente es también defender los mismos ideales, de los que está uno convencido, aunque no estén de moda. Por supuesto que ser coherente no es un salvoconducto a llevar razón, pero ser incoherente te aleja de ella.
La semana pasada expuse mi opinión sobre el proceso interno del PSOE de Madrid. Es muy sencilla, creo que quién disolvió los órganos democráticos de una de las federaciones más importantes del Partido Socialista no debe decidir sobre el futuro liderazgo.
Pero, además, hay un argumento de índole práctica: hoy el PSOE madrileño está mucho peor que antes del año 2014, de lo que se deduce que las decisiones que se tomaron han sido malas para la organización. Quién se equivocó dos veces no debe hacerlo la tercera.
Por otra parte, opino que el futuro no puede pasar por ninguno de los nombres propios protagonistas de los últimos 15 años. Hace falta alguien que tenga en la cabeza ideas claras, además de marketing.
Me consta que habrá una candidatura así. Que nace para presentarse y para ganar, porque para pactar cuotas de poder ya están otros.
En fin, esta es la humilde opinión de alguien que está fuera de la política activa, y así va a seguir, y que se esfuerza en ser coherente para seguir siendo libre.
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