José María Marco
El coste de la ideología
A una semana de la visita de Obama a La Habana, la Policía atacó y golpeó una vez más a las Damas de Blanco, que desde 2003 se manifiestan pacíficamente por el respeto a los derechos humanos. Una de ellas, Aliuska Gómez, ha relatado al «Diario de Cuba», un periódico online, cómo fue llevada a comisaría, desnudada a la fuerza delante de dos policías varones y arrastrada luego a un calabozo de donde la sacaron cuarenta minutos después para, una vez le devolvieron la ropa, llevarla hasta su casa. La Administración Obama no es como parte de la izquierda europea y norteamericana, que con tal de ver en este viaje el desquite del colapso del comunismo es capaz de pasar por alto detalles como éste... Además de las 8.600 detenciones políticas del año pasado y de las 2.555 de este año, según la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional.
No, Obama y su Administración saben lo que está pasando en Cuba y no se hacen ilusiones sobre el futuro. El viaje no va a traer avances en la libertad y la democratización de la isla. Y los posibles progresos en la situación económica podían haber llegado sin necesidad de someter a la nación democrática más poderosa del mundo a la humillación de protagonizar un «show» orquestado por la mafia totalitaria de los Castro.
Lo que permite entender el viaje de Obama, mucho más allá del supuesto carácter histórico que el presidente se atribuye, siempre en funciones de cronista de su propia grandeza, es la política interna norteamericana. Está, por supuesto, la perspectiva de los beneficios económicos de las empresas norteamericanas, que no tendrá para los cubanos, dado el régimen de control estatal, el mismo esplendor que para las cuentas corrientes de los Castro y la oligarquía cubana, bien a resguardo en paraísos fiscales alejados del sórdido pintoresquismo de la «perla del Caribe». Y está, sobre todo, el intento de poner al Congreso y a los republicanos frente a la responsabilidad de negarse a participar en la bonanza de la nueva era de distensión y abrazos mutuos... sobre miles de detenciones políticas, torturas, palizas y salidas masivas (y en aumento) de la isla. Hasta ese punto ha llegado la división ideológica de la política norteamericana. El viaje de Obama dice más sobre Estados Unidos que sobre cualquier otra cosa. No extraña que domine gente como Trump, Sanders... o Hillary Clinton.
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