Cataluña
El flautista de Hamelin
El agrio debate de los candidatos a las elecciones catalanas marcó el paso del ecuador. Los candidatos se enzarzaron en reproches dialécticos a cuenta de la independencia. Junts pel Sí ni se movió del discurso victimista que denuncia las «amenazas» del Estado, de España, de Europa, de Obama, de la Justicia y de los empresarios, y de todo aquel que ose llevarles la contraria. Todos son parte de un complot para agredir a la «gloriosa aspiración de independencia de la mayoría de un pueblo».
Los chicos de Mas no necesitan más para mantener las brasas encendidas en un electorado que sólo necesita fijar el enemigo exterior para reafirmarse en sus postulados. Los bancos han sido su último blanco. ¡Que se vayan! gritaban en un mitin en el que se les prometía una banca nueva, al tiempo que parafraseaban a La Pasionaria «no viviremos de rodillas». A pesar de que Duran se desgañita diciendo que «los experimentos con gaseosa y no con el bolsillo», los posicionamientos de empresarios y bancos no hacen mella en el electorado independentista. Siguen el paso de su, particular, flautista de Hamelin, sin pestañear, camino a la Ítaca prometida. Los sones del flautista y su coreografía les ha convencido, a unos, de que Cataluña está en un camino imparable hacia la independencia y, a otros, de que el mundo abrirá sus puertas a la República Catalana. No son los únicos convencidos. Otros, y no pocos, les votarán para dotarles de la fuerza suficiente para negociar con España. No se creen las veleidades separatistas, no creen, ni quieren, la secesión, pero darán su confianza a Junts pel Sí porque creen que así será posible un pacto con el resto de España.
Los partidos constitucionalistas no son ajenos a esta realidad. Saben que en estos lares tienen poco que pescar. Será difícil, por no decir imposible, desconvencer a un convencido. Ahora, a siete días de la cita electoral redoblan sus llamamientos a la participación para animar a un electorado perplejo y hastiado que asiste cansino al serial secesionista. La derrota de Mas depende de ese electorado huérfano que ha demandado en los últimos años un discurso político, que les cargará de razones y argumentos, y un relato épico, que les llenara la mochila de ilusiones.
La irrupción en campaña de García Albiol y Miquel Iceta puede que llegue tarde, pero está poniendo en solfa una sinfonía alternativa a los acordes del flautista de Hamelin. Ni PP ni PSC tendrán buenos resultados, pero sus candidatos les están haciendo resurgir de sus cenizas. Han mejorado sus expectativas –aunque las encuestas les siguen siendo reacias- y se van a volcar a por ese 25 por ciento del electorado indeciso. En este contexto, adquiere sentido el mensaje mesiánico de Miquel Iceta en los pinares de Gavà: «Levántate y vota». Sólo falta que los que se levanten y voten hagan oídos sordos al flautista de Hamelin.
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