Carlos Rodríguez Braun
El mentiroso cuidado de la clase media
La llamada clase media no es ninguna clase, ni representa ninguna categoría sociológica precisa (véase esta joya de Francis Korn: http://goo.gl/9T8zZz). Se trata en los países desarrollados simplemente de la mayoría de la población, como se comprueba cada vez que se le pregunta a la gente de qué clase es: casi todos nos declaramos de clase media. Con el progreso económico y la consecuente reducción de la pobreza, ese vasto grupo intermedio se extiende considerablemente. De ahí que los políticos insistan en aclarar que van a cuidar con esmero a la clase media. Si son izquierdistas o populistas o anticapitalistas, jurarán que van a beneficiar a la clase media, y sólo descargarán el coste de sus políticas sobre los asquerosos ricos, regalando así el paraíso en la otra esquina para el 99 % de la población, a costa del odioso 1 % de privilegiados. Como dice el tango, todo esto es mentira, mentira.
Es imposible que los políticos cuiden a la clase media cuando ninguno quiere reducir el Estado, que es financiado por la mayoría de la población. Y nunca podría ser de otra manera, dada la enorme dimensión de los Estados modernos: no hay forma de financiarlos quitándole el dinero exclusivamente a los ricos.
Para ratificar el diagnóstico sobre el engaño político del cuidado de la clase media conviene atender no sólo a las propuestas de mantenimiento o incremento del gasto público, sino también a las ideas de los políticos en torno a los impuestos. Este consejo deriva de una antigua regularidad: los políticos, señora, siempre le dirán que van a subirles los impuestos a los demás, no a usted. No les crea: eso no sucede nunca. Le pongo un ejemplo.
Varios partidos, desde los de izquierdas hasta Ciudadanos, han propuesto «armonizar» los impuestos de Patrimonio y Sucesiones y Donaciones. Cada vez que oiga usted la palabra «armonizar» relacionada con impuestos, le recomiendo que la traduzca como «subir», y, además, que observe que es usted quien va a pagar más, y no su vecina.
Cuando uno levanta la mano para protestar, en seguida nos tranquilizan alegando que a nosotros no nos va a tocar. Otra vez, el viejo truco. En el caso de Patrimonio, he leído que varias propuestas, destinadas a tranquilizar a la clase media, pasan por establecer unos tipos mínimos para patrimonios inferiores al millón de euros, o incluso dejarlos exentos. Dirá usted: benditos políticos, sólo van a por los ricos.
Pero este es un país de propietarios, y de gente mayor: el porcentaje de españoles que somos dueños de nuestras viviendas es el más elevado de Europa. Es decir, todos tenemos patrimonio. Ahora, señora, señor, empecemos a sumar las propiedades, los ahorros, inversiones pequeñas aquí y allí... El resultado es inquietante, porque igual el número de personas con patrimonios gravables es grande, y si «armonizan» el impuesto, millones de ciudadanos que hoy no pagan o pagan poco habrán de pagar o pagar mucho. Eso sí, van a cuidar a la clase media, dicen.
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