Fernando Rayón
Gestores de la derrota
Desde el 20 de diciembre vivimos del postureo, palabra que empezaron a utilizar los jóvenes para describir las poses de sus amigos y amigas cuando salían de marcha, y cuyo uso que se ha trasladado con éxito a la vida política española. Nadie –entiéndase ningún líder, candidato, no-candidato, partido o coalición- hace o dice nada desde aquel día. Es verdad que se presentan folios, propuestas, planes de gobierno... pero son tan disparatados y antidemocráticos que nadie en su sano juicio podría aplicarlos. Y no me refiero solo al panfleto de Podemos, sino a los intentos de acuerdo sí-acuerdo no de PSOE y Ciudadanos, o al documento económico del PP que nadie sabe bien de donde ha salido.
Así las cosas, me atrevo a decir, después de casi dos meses de pantomima, que la dificultad de esta situación es que nadie se atreve a gestionar su derrota electoral. Pedro Sánchez sabe que el tiempo ganado a sus barones va en su beneficio. Quizá por ello pensó que su designación por el Rey, iba a cambiar las circunstancias, pero ya ha visto que no. Mariano Rajoy, dedicado a administrar la corrupción de su partido, tiene cada vez ve más claro que no va a poder liderar la regeneración del centro derecha que necesita el PP; y, sin embargo, se resiste a tirar la toalla en estas circunstancias. Y Albert Rivera, en vez de postularse como candidato a la investidura, ha conseguido enfrentarse a unos y otros con su complicado y aburrido juego «sí, pero no». El único que lo tenía y lo sigue teniendo claro es Pablo Iglesias que, una vez que se quitó la careta, ha conseguido pasmar con sus propuestas a sus mismos votantes: aquellos moderados –conozco unos cuantos- que creyeron que era otro regenerador, y no la reencarnación de la miseria chavista. Porque lo de los partidos nacionalistas ya lo sabíamos: siempre a su independencia y a su dinero. Quizá en otro orden.
Conclusión: sigue faltando un líder. Y así las cosas, no veo otra solución que unas nuevas elecciones con otras caras. Pero, como lo obvio no es necesariamente lo que sucede en política, sigo pensando que el pacto PSOE-Podemos es el balón que Pedro Sánchez jugará en sus últimos minutos. Y no solo porque no tenga otra opción, sino porque la repetición de elecciones sería su adiós definitivo. Y lo sabe.
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