PSOE
González pide la cabeza de Iglesias
«No hay ningún comentario que hacer». Ésa es la respuesta de Ferraz al pronóstico de Felipe González de que «será más fácil que haya investidura tras el 26-J que un Gobierno que gobierne». Aunque todo el PSOE ha entendido lo que quería decir: el ex presidente pinta un cuadro en el que ve a Mariano Rajoy en La Moncloa con el voto a favor de C’s y la máxima concesión de una abstención socialista. Tal es su postura a día de hoy. El histórico dirigente socialista descarta sin duda la gran coalición, pero se muestra en cambio favorable al diálogo para, de paso, aislar cuanto sea posible a Podemos.
«Por desgracia cuesta mucho trabajo imaginar a Sánchez en un proyecto de esa clase», señala un dirigente socialista. La prueba más evidente es que el recado público de González ha provocado «mucho desagrado» –me dicen– en la actual dirección del PSOE, porque «su candidato ya ha puesto sus cartas boca arriba». Y su aspiración es reeditar el acuerdo con C’s, presentarse de nuevo en las Cortes con más apoyos de diputados que el PP y llegar esta vez a La Moncloa por obra y gracia de los podemitas. Concretamente, con el apoyo del «ala blanda» de Podemos, donde insisten en ubicar a Íñigo Errejón. Es decir, Sánchez, lejos de pensar en un entendimiento con los populares, algo propio de la «ciencia ficción» para él, aspira a una nueva negociación con Iglesias. Poco le importa que en caso de producirse finalmente el «sorpasso», tal como apuntan los sondeos, los escaños de la formación morada no se pongan precisamente al servicio del PSOE.
Claro, que ahora la incomodidad de Sánchez se incrementa por el hecho de que quien le haya señalado el camino sea el tótem del socialismo, capaz aún de ponerle patas arriba el partido. «A Felipe no le ha importado hacerle a Pedro la faena de discrepar públicamente de sus ambiciones», apuntan las mismas fuentes. De hecho, sostiene mi interlocutor, el ex presidente ha tenido dificultades en los últimos tiempos para contactar con el candidato. Y ello aunque la relación entre ambos había sido incluso fluida, a diferencia de la que tiene con José Luis Rodríguez Zapatero. El desaire de González a Sánchez es un aviso. Por supuesto. Además, son palabras mayores tratándose de quien se trata.
Hay quienes en el seno del PSOE han hallado en las palabras del ex presidente un «mensaje en clave» a su candidato. Ojo: el precio de mi apoyo en el próximo Congreso Federal, donde se va a elegir nuevo secretario general, pasa ineludiblemente por esquivar cualquier pacto con Podemos. Claro que Sánchez, quizá demasiado confiado en sus posibilidades, da por ganada esa partida interna pues, sea cual sea el resultado electoral, se cree blindado por las bases. Veremos si con este pronóstico de salida a Sánchez le temblará el pulso a la hora de hacer oídos sordos a González y a otros muchos dirigentes del PSOE que insisten en que la única salida para su partido es hacer un dique de contención, con el apoyo de las demás formaciones políticas constitucionalistas, a Podemos. Es decir, suscribir en España un acuerdo similar al que tienen en Francia socialistas y centro derecha para evitar el acceso al poder del Front National de Le Pen.
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