Toni Bolaño
La partida de Sánchez
Pedro Sánchez ganó la apuesta. De forma ajustada, pero ganó. Su primer escollo, el nivel de participación fue superior al 50%. Un índice aceptable si lo comparamos con los obtenidos en consultas similares realizadas por Ciudadanos y Podemos, y sin pucherazos, como ha acaecido en más de una ocasión en el partido morado. El segundo escollo, el apoyo, le ha salido con nota. Ha rondado el 80% en prácticamente todas las comunidades, incluida Andalucía. Su apuesta le ha salido bien internamente superando los peores augurios para su liderazgo tras el desastroso resultado del 20-D y el motín interno emergió protagonista en el seno del PSOE.
Hoy Sánchez afrontará el Comité Federal con una cierta tranquilidad llevando debajo del brazo el mejor regalo que le podían hacer los militantes en su 44 cumpleaños, nació el 29 de febrero de 1972. Hoy presidirá un cónclave que parecerá una balsa de aceite si lo comparemos con las dos anteriores citas. La caja de los truenos seguirá cerrada. Seguro que algunos dirigentes aprovecharán sus intervenciones para recordarle a Sánchez que nada es para siempre y que en estos 19 meses al frente del PSOE se han pisado muchos callos. La tormenta no pasará de ahí a la espera de una semana complicada en la que el PSOE no conseguirá su objetivo de llegar a La Moncloa. El líder socialista asegura que sigue con la mano tendida, pero no parece que antes del día 5 ni el PP ni Podemos se la tengan en cuenta.
Después del 5 de marzo, sin un Pedro Sánchez investido, si no lo remedia un acuerdo de última hora entre la primera votación y la segunda, en el PSOE puede pasar de todo. Un dirigente territorial muy próximo a Pedro Sánchez respondió a qué pasará en el PSOE a partir de entonces con un lacónico «vaya usted a saber». En el seno de los socialistas –lo dijo Miquel Iceta, el líder catalán–, no ven fácil una abstención de Podemos y vislumbran nuevas elecciones. A partir del 5, ciertamente la partida no finaliza, pero cambia. Los movimientos tendrán más que ver con la repetición de las elecciones que con una verdadera negociación de acuerdos estables de gobierno. Todo lo que acontezca tendrá punto y final el 2 de mayo, fecha en la que se convocarían las elecciones para el 26 de junio si no se consigue un acuerdo de investidura. En este escenario, en el epicentro de esta frenética actividad, es cuando se volverá a abrir la caja de Pandora en la calle Ferraz. En paralelo a esta complicada agenda política de multireuniones, de los unos con los otros y de los otros con los unos, buscando acuerdos o eligiendo el desacuerdo para salir en la «pole position» electoral, los socialistas tendrán su propio patio revuelto. El partido tiene previsto celebrar del 20 al 22 de mayo un congreso que se vislumbra, como mínimo, enrevesado y de resultado más que incierto. Sin embargo, si hay elecciones, las primarias del 8 de mayo para elegir candidato a la secretaria general se convertirán en primarias para elegir cabeza de cartel electoral.
Sánchez hasta ahora ha superado su particular carrera de obstáculos. Ha jugado bien sus cartas. Esta semana perderá la investidura, aunque ha ganado enteros. A partir del próximo sábado empezará una nueva partida, con un nuevo tablero, y con posiciones más enconadas, dentro y fuera de su casa. Sánchez está sometido a un permanente examen. Si quiere salir airoso deberá seguir jugando bien sus cartas. No lo tiene fácil y no se lo pondrán fácil.
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