Luis Alejandre
Leyes de guerra
No sé tu nombre. Podías llamarte Ahmed, Ezzat o Mohamed. Sólo sé que fuiste triste protagonista de las portadas de la prensa gráfica de medio mundo, imagen impactante en multitud de informativos de televisión que difundían la infamia. Atado por los pies, eras arrastrado semidesnudo por las calles de Gaza por unos motorizados «valientes» luchadores por la libertad de su pueblo. Era un 20 de noviembre, un día antes del cese del fuego entre Israel y Hamas, conseguido por una movilizada diplomacia internacional encabezada por Hillary Clinton y en la que Egipto, Turquía y Qatar, tuvieron un papel importante. Una motocicleta central tiraba de tu cuerpo, bajados tus pantalones a la altura de los tobillos. Desde otra situada a su lado, filmaban la escena; otras tres, con dos y tres tripulantes a bordo, lanzaban gritos, disparaban al aire sus pistolas, levantaban sus brazos en señal de victoria. Ni sé cómo se llamaban, ni me importa.
Me ha tocado reconocer cadáveres con casi todos sus dedos amputados sucesivamente por torturadores pertenecientes a trágicos «escuadrones de la muerte»; he ayudado a caminar a policías encerrados durante meses en zulos de medio metro de altura; he vivido ajusticiamientos inmediatos en una «contra» que mantenía en determinados frentes la disciplina de sus hombres a sangre y fuego. Pero sus causantes no se exhibían en vanaglorias.
Vuelvo a Gaza, donde he localizado la Avenida Omar al Mujtar –el resistente libio a la dominación italiana de 1931–, donde desfilabáis orgullosos exhibiendo el cuerpo caído del supuesto colaboracionista israelí. Y me pregunto:¿a qué juicio fue sometido vuestro rehén y por quién? ¿Quién puede asegurar que no fue denunciado por algún celoso, envidioso o deudor?¿Y si fuese uno de los vuestros, presentado como espía por el enemigo para librarse sutilmente de el?. ¿Os pongo ejemplos históricos?
Si os declaráis en guerra con Israel –y estos días con motivo del 25 aniversario de la creación de Hamas lo habéis repetido hasta la saciedad–, respetad las leyes de la guerra. Alguien debería explicaros que hay unos convenios de La Haya y de Ginebra sobre protección de las víctimas. Concretamente el artº 30 del Convenio de 1907 dice claramente «El espía sorprendido durante el espionaje, no podrá ser castigado sin juicio previo». Sin necesidad de recurrir a ellos, la ley natural obliga a lo mismo. Con un sentido más real de viejo soldado, nuestro Marqués de Santa Cruz de Marcenado nos enseñaba en sus «Reflexiones Militares»: «Hasta las tropas de tu ejército desaprobarán el rigor excesivo ejecutado con los prisioneros». Es más, desde el punto de vista de la opinión pública, degradáis vuestra necesaria imagen de libertadores de un pueblo oprimido. Pasáis a ratificar la condición de grupo terrorista, de pueblo bárbaro, merecedor de la opresión que sufrís. Y como decorado de fondo para dar la bienvenida temporal de vuestro líder, Jaled Meshal, situáis una réplica de un misil iraní Fajr 5, rebautizado como M 75, como signo de paz. Bien entiendo la corta estancia entre vosotros de Meshal. No es cuestión de dar tiempo a la aviación israelí, experta en eliminar líderes como Ahmed Jabari, calcinado a bordo de su coche el 14 de noviembre. Ya conoció Meshal un atentado israelí en 1997 del que salió maltrecho, aunque reforzado políticamente. En aquella ocasión, un comando del Mossad le inyectó en Aman un veneno mortal. Ante la protesta jordana y la detención de los agentes, Netanyahu entregó el antídoto para salvarlo. Había nacido el mito. La muerte de Jabari desencadenó este último conflicto bautizado por los judíos como operación «Columna defensiva» y que consideráis una victoria. También las Naciones Unidas os han concedido una plaza de observador en su Asamblea General y aunque con deriva incierta, vuestros aliados egipcios, los Hermanos Musulmanes, parecen abriros una puerta a la esperanza más amplia que el reducido paso fronterizo de Rafah.¡No aprovechéis todo esto para dar espacios al odio y a la venganza! Bien sé que los doce motorizados no representan a la totalidad de vuestro pueblo. Que muchos os avergonzáis de las imágenes difundidas. Pero tampoco he leído ningún comunicado vuestro lamentándolas.
Anoto finalmente una contradicción: la escolta que acompañó a Jaled Meshal entre Rafah y Gaza la formaban motoristas encapuchados. Quien habló a pie del M 75 como brazo armado de Hamas también apareció encapuchado. Conocemos en nuestra España a esta especie que no da la cara. Al contrario, los motorizados asesinos del día 20 iban a cara descubierta. Si para acompañar a un reconocido líder político hay que ir camuflado y para pasear el cadáver de un supuesto espía se va a cara descubierta, algo no encaja en esta organización. No se gana la libertad de un pueblo desde la barbarie, por muchas razones que se puedan esgrimir. Hay leyes, hasta para la guerra.
✕
Accede a tu cuenta para comentar