Alfonso Ussía
Nidos de cartón
Gracias a la milagrosa política económica ideada por las privilegiadas mentes de Podemos, una de las naciones más ricas del mundo tiene los supermercados vacíos. Una de las naciones más ricas del mundo no tiene dinero para mantener un sistema sanitario de quinto orden. Una de las naciones más ricas del mundo tiene, eso sí, a los comunistas más ricos del mundo. Las hijas de Chávez, los Maduro, el general Cabello y todos los grandes gerifaltes del régimen bolivariano. Gracias a la milagrosa política económica de Podemos, una de las naciones más ricas del mundo sobrevive sin jabón y sin papel higiénico, mientras el narco-comunismo enriquece hasta cumbres inalcanzables a unos pocos. Gracias a la milagrosa política económica de Podemos, los recién nacidos en Venezuela comparten la avanzada igualdad de sus nidos de cartón. Los hospitales –o lo que de ellos queda–, y las clínicas de maternidad –o lo que de ellas persiste–, no pueden mantener, gracias a la milagrosa política económica de Podemos en una de las naciones más ricas del mundo, las instalaciones capitalistas que garantizan a los niños recién nacidos de otras naciones con menos recursos, sus cunas y sus nidos. Estremecedoras imágenes. En cajas de cartón que albergaron botellas de agua, o latas de atún, o paquetes de arroz, o preservativos defectuosos, en cajas de cartón –insisto–, viven y duermen los venezolanos recién nacidos porque su Estado no les puede proporcionar en los hospitales y maternidades las cunas y los nidos que albergan en sus primeras horas de vida todos los niños del mundo desarrollado. En el panel frontal de esas cajas de cartón en la que duermen los niños recién nacidos, un papel adherido por un pegamento identifica a cada recién nacido y recomienda a los servicios de enfermería los medicamentos –si los hubiera–, o los alimentos –si los hubiese–, recomendables para cada caso específico. Bajo la superficie de Venezuela, petróleo, gas, oro, plata y riqueza interminable. Sobre su superficie, los nuevos venezolanos duermen su primer sueño en cajas de cartón. Gracias a las cunas de cartón, todos los niños de Venezuela nacen iguales, pero esa igualdad devastadora no humedece las lágrimas de Orinoco de Monedero, el poeta que llora como un río recordando al tirano que inició el desastre.
Mientras los recién nacidos en Venezuela, duermen, viven e incluso sonríen en sus nidos de cartón, las hijas de Chávez acumulan en los bancos europeos más de cinco mil millones de dólares cada una de ellas. Miles de millones de dólares ganados y ahorrados con el sudor de sus frentes bolivarianas. Y los Maduro, los Cabello, y sus íntimos colaboradores, disfrutan –también a cambio del sudor de sus frentes bolivarianas–, de los ingentes ingresos en sus cuentas corrientes provenientes del negocio del narcotráfico. Ellos duermen en sus cómodas camas, sábanas de hilo o de seda, almohadas y cuadrantes, mientras los nuevos niños de Venezuela, que no tienen, para su fortuna, capacidad para establecer comparaciones ni analizar injusticias, se alojan en sus cajas de cartón. Sí, lo repito, en una de las naciones más ricas del mundo que aplica la política económica de Podemos, las de la sonrisa para los de abajo y los dientes afilados para los de arriba, como ha recordado la ilustre profesora Irene Montero. Porque los recién nacidos de Venezuela son los de arriba, y Maduro, Cabello y las hijas de Chávez, los de abajo. Los de abajo que mandan dinero, claro está, y a los que hay que defender hasta más allá de la ignominia.
Mientras los intereses financieros anuncian a las hijas de Chávez que sus cuentas en Andorra, Liechtenstein y Suiza han engordado sus números, en los hospitales y clínicas de maternidad de Venezuela se reparten generosamente las cajas de cartón que servirán de cunas a los niños que nacerán mañana.
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