Ely del Valle
Propaganda pura
Cuando yo era pequeña odiaba las espinacas, por eso, mientras que a mis hermanos se las cocinaba, mi madre, práctica donde las haya, me las colocaba crudas y aliñadas con su huevito duro, su tomate, su atún y sus aceitunas como si fuera una ensalada mixta que era mi plato favorito. Siempre le salió bien el truco.
Podemos ha hecho lo mismo con su programa: lo ha disfrazado de catálogo de tienda sueca y así, mientras todos andamos la mar de entretenidos mirando si el mobiliario del despacho de Errejón es de aglomerado o de pino finlandés, nos tragamos sin chistar la subida de impuestos a las rentas de los «ricos» que ganan más de 60.000 euros brutos al año y la penalización al ahorro, que son las ubres de las que se han sacado el cuento de la lechera de los 60.000 millones de inversión pública. El márquetin es de quitarse el sombrero y merece toda nuestra admiración hacia el ingenio de sus creativos que, visto lo visto, son de primera.
La campaña del catálogo de Unidos Podemos es simplemente genial y no hace falta decir que pasa muy por encima de la versión merenguera del himno de los populares y del vídeo del tendero Mariano del partido socialista. Lo de dentro, lo importante del programa, está ahí, pero como sucedía con mis malditas espinacas, nos sabe a otra cosa, a algo fresco, a una apetitosa ensalada mixta a la que apetece hincarle el diente porque, al igual que hacía mi madre, los chicos de Iglesias han encontrado el trampantojo perfecto para que no nos demos cuenta de que su nueva política consiste, básicamente, en servirse de un diseño de vanguardia para vendernos como algo novedoso los muebles de toda la vida. Igualito que lo de los suecos que, dicho de paso, sí son socialdemócratas de toda la vida.
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