Restringido
PSOE y C´s escenificarán su acuerdo... pero Sánchez puede pactar con Iglesias
PSOE y Ciudadanos necesitan escenificar un pacto. No hay que dar demasiadas vueltas a esto. Porque de no hacerlo, ambos partidos trastocarían sus tácticas. Llevan semanas hablando de diálogos y consensos. Ya toca comerse la paella si no desean que se les pase el arroz de punto, por más que las negociaciones políticas (y mucho más éstas) tengan tanto teatro y se dramaticen con el fin de enganchar al espectador. Máxime cuando los espectadores, socialistas y regeneracionistas, se sientan en salas muy distantes y, lógicamente, los recelos e incomprensiones estén a la orden del día.
En medio de esas negociaciones, alguien tan cercano a Albert Rivera como Juan Carlos Girauta, su portavoz en el Congreso, ha dibujado ante el núcleo duro de su partido cuatro escenarios posibles: Uno: alianza PSOE-Podemos. Dos: nuevas elecciones. Tres: gran coalición PP-PSOE-C´s. Y cuatro: pacto PSOE-C’s. Así no es de extrañar que los de Rivera, conscientes del campo de minas por el que transitan, jueguen las bazas que tienen sabedores de que los tiempos amarran a Pedro Sánchez. Es el líder del PSOE quien está obligado a presentar a su militancia el texto de un pacto (ya se verá cuál) los días 25, 26 y 27 de febrero. O sea, en cinco días.
De ahí la jugada a Sánchez por parte del equipo negociador de C’s incorporando a los acuerdos (negro sobre blanco) la resolución del propio Comité Federal del PSOE del pasado 28 de diciembre que fijaba la «renuncia» al referéndum separatista como «condición indispensable» para «iniciar el diálogo» con el resto de fuerzas. El líder socialista habrá visto la cara de Susana Díaz tras esta petición de garantías de Albert Rivera. Además, Sánchez, si se negase a tal renuncia o tratase de sortearla, no sólo debería verse las caras con C’s, sino con los suyos, por ir en contra de lo establecido por el máximo órgano del PSOE entre congresos.
Por eso el mal sabor de boca de los negociadores socialistas ante la petición de Ciudadanos se ha expresado de forma sutil: a base de largas y pegas. Es natural su incomodidad. El equipo de Pedro Sánchez ha recibido de Democràcia i Llibertat y de Esquerra la contraoferta de recibir sus votos en la investidura a cambio de que el PSOE se comprometa a crear una comisión parlamentaria para el estudio de las consultas de autodeterminación. Por ello, Rivera, oído avizor, obligó a Antonio Hernando a retratarse y a que cortase de raíz cualquier duda: «No existe ningún inconveniente», aseguró el portavoz del Grupo Socialista. Veremos si no hablaba con la boca pequeña consciente de lo que tienen entre manos.
Albert Rivera lleva grabada como experiencia imborrable los acontecimientos post navideños en Cataluña. Aquellos cien días de negociaciones envenenadas entre Junts Pel Sí y las CUP. Finalmente, pese a que parecía todo indicar que no había más salida que repetir las elecciones, se acabó sellando el acuerdo. Por ello no puede tampoco echar en saco roto las voces que le advierten de que Pedro Sánchez, a espaldas de Ciudadanos, entre bastidores, busca por todos los medios el cariño de Pablo Iglesias y a él lo utiliza para bajar los humos al líder morado. Rivera sabe que con esa sospecha de infidelidad va a vivir hasta el último minuto.Además, debe ser consciente del riesgo que corre un partido como el suyo, con mayoría de electores de centro derecha, cuando se arrima al PSOE.
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