José María Marco

¿Sin complejos?

La Razón
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El ministro de Cultura aguantó impávido la burla chequista a la que le sometieron en la gala de los Goya. (¿En qué cátedra de la Complutense habrá aprendido esta gente el siniestro ritual de las checas?). El ministro podía haberse levantado y anunciar la cancelación de las ayudas al cine. En tal caso, el PP tendría unos 20 escaños más en las próximas elecciones. ¿Exageración? Poco. La escena, en cualquier caso, confirmó de nuevo los «complejos» del Partido Popular, una observación que suele ir seguida de la constatación de que la gente de izquierdas carece de ellos.

Esto último es dudoso. La mentalidad de izquierdas, en nuestro país, consiste en una masa de prejuicios y tabúes, sustentados en el miedo y con el recelo al qué dirán como argamasa. Cada uno tiene que encontrar la manera de evitar aquello que no es de buen gusto, o ideológicamente peligroso. Está prohibido, por ejemplo, apreciar una película de Garci, comentar en serio una reflexión de Aznar, citar un libro de José María Marco... En apariencia, la posición es muy fuerte. En realidad, es tan frágil como lo son todos los grupos cerrados, que no pueden permitirse la menor rendija por donde se cuele un poco de aire libre, un poco de libertad y de independencia de criterio.

Tiene otro inconveniente: que quien vive en ese ambiente paranoico y cobarde nunca está seguro de cumplir las reglas. (Cervantes sabía mucho de esto.) Así que quien tiene bastante cara dura para hacerse con la legitimidad –sobre todo la legitimidad estética, que lo resume todo- dicta lo que hay que hacer y pensar. Es lo que le está pasando ahora al PSOE con Podemos y los secesionistas. En vez de mantener sus convicciones para fijar una posición y hacer a partir de ahí lo que les convenga, los socialistas dependen cada vez más de lo que les dictan sus futuros socios. Va a ser un gobierno digno de estudio... psiquiátrico. La gente ajena a la izquierda no es dogmática, ni tan frágil. No tiene tantos prejuicios y, siendo más independiente, está más segura de lo que es. No ocurre lo mismo, sin embargo, con quienes nos representan en política. Así lo sugirió la escena de la gala cinematográfica chequista. Así que al final, todos acabamos dependiendo de quienes han tenido los arrestos de decir que aquí, aquí... mando yo. ¿Entendido?