Ely del Valle
Vía libre
Una vez que el Comité Federal ha dado el visto bueno al acuerdo que previamente ha aprobado una minoría de sus bases – no hay que ser Einstein para saber que el 76% de un 52% es, en toda tierra de garbanzos, un escueto 38%–,Pedro Sánchez va a lanzarse a la piscina de la investidura sabiendo que Pablo Iglesias no va a mover un dedo por evitarle la «tripada».
Tampoco le importa demasiado. Cada vez parece más evidente su intención de recomponer puentes con Podemos una vez que pase el trago de ver cómo las luces rojas ganan, por dos veces y con una diferencia de 48 horas, en una proporción de casi dos a una.
Dicen las lenguas de doble filo que todo está calculado, que la pregunta «Red Bull» del referéndum interno da alas para, una vez que su alianza de Ciudadanos se quede en nada, materializar el otro acuerdo, el que aglutinaría a no menos de siete formaciones diferentes encabezadas por Podemos que es al que Sánchez aspira desde el mismo instante en que se vio con posibilidades.
Si fuera así, el partido naranja no habría sido mas que una coartada de usar y tirar para justificar que lo ha intentado y que si no es posible recurriendo al centro sensato, la única salida, por el bien del país, es la de intentar formar gobierno con quienes sí suma.
En ese caso la duda estaría en saber si Podemos está por la labor, o si prefiere optar por repetir elecciones para ver si le tuerce al Partido Popular la mayoría de bloqueo en el Senado, único incordio con el que se puede encontrar Pablo Iglesias para llevar adelante la parte mollar de su programa que es, no nos engañemos, con el que tragará ese Partido Socialista al que un 38% de su militancia le acaba de dar el sí para una cosa y su contraria.
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