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Francisco: «La corrupción es la gangrena de un pueblo»
El Papa pone como ejemplo a las mujeres paraguayas, que conservaron su fe en situaciones difíciles.
«Las ideologías terminan mal, no sirven. Tienen una relación incompleta, enferma o mala con el pueblo. Fíjense en el siglo pasado en qué terminaron las ideologías: en dictaduras siempre. Las ideologías piensan por el pueblo, no dejan pensar al pueblo». En su encuentro con representantes de las organizaciones ciudadanas paraguayas, el Papa Francisco explicó ayer a grandes líneas cuáles son a su juicio algunos de los grandes males que amenazan a la sociedad, cargando una vez más contra la corrupción.
La relacionó con el chantaje, «un método» que roba la libertad a las personas para asumir su tarea en la sociedad. «El chantaje siempre es corrupción», insistió, considerando a ésta «la polilla, la gangrena de un pueblo». El político que es chantajeado, algo que ocurre «en todos los pueblos del mundo», no puede ejercer su trabajo honestamente, denunció. «Si un pueblo quiere mantenerse con dignidad, tiene que desterrar» estos males.
Segundo día en el país
Ante las máximas autoridades del país, entre las que se encontraba el presidente, Horacio Manuel Cartes Jara, pidió una Justicia «rápida y clara», que permita disminuir el número de personas encarceladas en espera de sentencia, un mal común en buena parte de los países latinoamericanos. Aprovechando las preguntas que le hicieron varios representantes de la sociedad civil, pidió que la promoción de los pobres parta del modo en que se les ve, proponiendo una «preocupación por su persona» y valorándoles «en su bondad propia». También invitó Francisco a desarrollar culturas abiertas y dispuestas a encontrarse con otras realidades. «En el diálogo se da el conflicto, es lógico. Hay que asumirlo como el eslabón de un nuevo proceso».
Durante su segundo día en Paraguay, Francisco visitó además el corazón espiritual del país, el santuario mariano de Caacupé, donde celebró ayer una misa ante cientos de miles de fieles. Muchos de ellos provenían de su país, Argentina, así como de otras naciones latinoamericanas. Para Jorge Mario Bergoglio supuso una gran emoción poder rezar ante la figura de esta advocación mariana, pues durante sus años como arzobispo de Buenos Aires siempre atendió con particular atención a los emigrantes paraguayos e impulsó la construcción de capillas dedicadas a la virgen de Caacupé en las villas miseria, donde muchos de ellos viven.
En una ceremonia en la que se utilizaron las dos lenguas oficiales de Paraguay, el español y el guaraní, Francisco dedicó su homilía a exaltar la figura de la Virgen y a aplaudir una vez más la fuerza que demostraron las mujeres de este país durante la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870), en la que falleció alrededor del 90% de la población masculina del país. «Quisiera referirme de modo especial a ustedes, mujeres y madres paraguayas, que con gran valor y abnegación han sabido levantar un país derrotado, hundido, sumergido por una guerra inicua», dijo Francisco entre aplausos de los fieles. El día anterior, durante su encuentro con las autoridades de este país, encabezadas por el presidente, también exaltó la determinación de las paraguayas.
«Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América», dijo ayer, ganándose una ovación cerrada de los cientos de miles de feligreses que participaron en la ceremonia. Consideró que las ciudadanas de esta nación encontraron «ayer y hoy» en la Virgen «la fuerza para no dejar que esta tierra se desmadre». «Dios bendiga ese tesón, Dios bendiga y aliente la fe de ustedes», pidió Francisco, quien puso el ejemplo de la «vida difícil» de María para superar los momentos problemáticos.
La población de Paraguay, uno de los países latinoamericanos donde menos incidencia ha tenido hasta ahora la descristianización, tiene la «memoria viva» de un pueblo que «ha hecho carne» las palabras del Evangelio. «Ustedes tienen la memoria, la genética de aquellas que reconstruyeron la vida, la fe, la dignidad de su pueblo junto a María. Han vivido situaciones muy pero que muy difíciles, que desde una lógica común serían contrarias a toda fe», insistió el Papa.
Antes de desplazarse hasta el santuario de Caacupé, Francisco visitó el hospital infantil Niños de Acosta Ñú, ubicado a las afueras de la capital paraguaya. Fue un momento muy emocionante para el Pontífice, quien pudo confortar a los alrededor de 100 pequeños ingresados en este centro, que cuenta con unidades de oncohematología, cardiología y cuidados intensivos. Al final de la visita, el Papa improvisó unas palabras ante la puerta del servicio de urgencias: dio las gracias a todos los que curan a los niños, destacando la importancia que tienen sus esfuerzos para salvar la vida de los pequeños. Abrazado a varios menores, pidió que la Iglesia tenga la sencillez que demostraban los internos de este hospital infantil.
En su último día en Paraguay antes de volver a Roma, el Papa visitará hoy el Bañado Norte, uno de los barrios más pobres de Asunción, celebrará otra misa y mantendrá un encuentro con los jóvenes del país.
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