Coronavirus

Las incógnitas que quedan por despejar sobre el coronavirus

Su origen, el periodo de incubación, la forma en que se transmite o si tras pasar la enfermedad se sigue contagiando son algunas cuestiones para las que la ciencia aún sigue sin respuestas

Vaya por delante que se trata de un virus poco letal (el año pasado la gripe causó más de 6.300 muertes sólo en España), que las autoridades y organizaciones sanitarias están actuando de forma coordinada y eficaz frente a la epidemia declarada –que no pandemia... aún– y que tanto los profesionales médicos como las instituciones implicadas en su contención están preparadas y cuentan con los medios para hacerle frente, así como con experiencia en situaciones similares como pudiera ser la gripe A.

Sin embargo, también hay aún muchas preguntas sin respuesta en torno al nuevo coronavirus surgido en Wuhan hace ya dos meses, empezando por el origen del mismo (pues, aunque las principales sospechas recaen en el murciélago y el pangolín, sigue sin haber un «culpable» claro aún), el tiempo de incubación del virus, cuándo se transmite (se plantea ahora si las personas que lo han padecido pueden seguir contagiándolo tras haberse curado), así como encontrar un tratamiento específico y eficaz para los casos más graves.

Cuestiones, todas ellas, básicas y normales si tenemos en cuenta que estamos hablando de un nuevo coronavirus del que se desconocía absolutamente todo hasta el momento de su aparición y del que, poco a poco, y gracias a la colaboración internacional y al trabajo de numerosos grupos de investigación, se han ido desentrañando sus incógnitas a velocidad de vértigo (un mes después de ser descritos los primeros casos los científicos ya habían secuenciado su genoma al completo).

Pacientes asintomáticos y curados contagian

El problema es que muchos de los interrogantes que se creían respondidos han resurgido tras el brote producido en Italia hace apenas una semana y que tiró por tierra parte de las certezas que hasta ahora se tenían sobre el bautizado Covid-19. Por ejemplo, se pensaba que el tiempo de incubación era de 14 días, pero «ya se ha hablado de que ese periodo puede llegar a los 24, es decir, puede haber cambios epidemiológicos en este sentido a medida que vamos conociendo el virus. Lo mismo puede pasar con personas que hayan superado la enfermedad o a la que le hayamos ayudado a superarla con tratamientos», explica Miguel Salavert, especialista en enfermedades infecciosas y microbiología clínica. Se refiere a que en China se están cuestionando ahora si las personas que ya lo han tenido (y se han curado) la pueden contagiar: «Según los últimos datos arrojados por las autoridades chinas, hasta un 10-15% de los que han padecido la enfermedad vuelve a dar positivo en el test, desconociéndose si aun habiéndose curado, siguen siendo infecciosos», señala Iria Miguéns, urgencióloga y portavoz de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias.

Pero quizás lo que más preocupa es que se ha comprobado que, al contrario de lo que se pensaba, personas que no presentan síntomas también contagian el virus. «Hasta ahora creíamos conocer su forma de transmisión a través de los pacientes enfermos o con mayor carga viral, por lo que las medidas de prevención serían el contacto y aislamiento estricto. Pero hemos visto que los hay que están asintomáticos por completo y que también pueden ser transmisores y dan positivos en las pruebas moleculares de detección del coronavirus. Esto es lo menos frecuente, pero hay que estar también abiertos a esta opción porque quizás pudiera explicar algunos de los acúmulos de casos que se han producido ya en algunas ciudades como los de Italia y que son los que han hecho el mayor salto a nuestra Península», cuenta Salavert. La consecuencia de estoes que habría un mayor número de población que desconoce si está contagiada o es portadora y puede actuar como cadena de transmisión en estos momentos, ni conocida ni controlada. Y ése es uno de los problemas de este virus, que es altamente contagioso al no presentar síntomas muy graves pasa desapercibido.

Cambio de criterio

Además de todo esto, el cambio de criterio epidemiológico en la definición de «caso» (que apunta a «cualquier persona que se encuentre hospitalizada por una infección respiratoria aguda con criterios de gravedad o neumonía»), plantea también otra duda: ¿Quiere decir eso que podría haber cientos de personas ingresadas ya en los centros sanitarios que tuvieran el virus? «Esto significa una búsqueda clínica de potenciales casos no detectados. De salir muchos positivos querría decir que el coronavirus tiene una mayor circulación y facilidad para hacerlo de lo que creemos; es decir, se estaría comportando como cualquier virus respiratorio de la comunidad en periodos concretos», asegura Salavert.

A falta de una vacuna o fármaco específico para su tratamiento, el abordaje es sintomático «en los casos leves. En los más graves se realiza tratamiento de soporte hemodinámico o respiratorio», cuenta Miguéns, si bien existen ensayos clínicos con antivirales usados previamente para otras infecciones que han demostrado actividad in vitro frente al coronavirus. Así, en los casos moderados los afectados pueden recibir la combinación lopinavir-ritonavir, usada para el VIH, pues parece que tiene cierta propiedad antiviral frente a este coronavirus en concreto, y remdesivir (un medicamento que está en investigación para el ébola y otros coronavirus como SARS o MERS) con o sin los interferones en casos mucho más graves con distrés o neumonías y que ha sido señalado por la OMS como el único fármaco que podría tener eficacia en el Covid-19.

Miedo y psicosis

Y mientras el número de infectados no para de crecer –desde esta misma semana más en Europa que en la propia China– también lo hace la alarma social pues, al miedo a lo desconocido, se une la incoherencia de la llamada a la calma, alegando que es un virus poco letal, mientras se ven imágenes de hoteles o ciudades aislados y personal sanitario con el traje de máxima seguridad. La psicosis de las mascarillas (según datos de la Federación de Distribuidores Farmacéuticos su demanda ha aumentado un 10.000% con respecto a enero del año pasado) o los geles desinfectantes causando su desabastecimiento, son sólo un ejemplo de lo que puede llegar.

«La principal diferencia es que el Covid-19 es un virus nuevo que hasta ahora no ha circulado e, independientemente de su gravedad, lo que se debe intentar es detener su expansión. Es por eso que se ponen en marcha estas medidas de contención que no se utilizan normalmente con la gripe, con la que convivimos anualmente –explica Elena Vanessa Martínez, vicepresidenta de la Sociedad Española de Epidemiología–. Es posible que hacerlo y a la vez informar de que es un virus parecido a la gripe pueda desconcertar a la población si no conoce el porqué de estas medidas, pero lo que se pretende es evitar que se convierta en un virus más con el que convivir».

«En 2009 pasó algo parecido a lo de ahora con la gripe A: el mundo se asustó. Pero la vacuna que se desarrolló entonces para hacerle frente es la que usamos esta temporada para la gripe, porque ahora es un virus que convive con nosotros», destaca Rafael Ortí, presidente de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene. El tiempo dirá.