Salud

La falta de miedo a las enfermedades de salud sexual y las apps desbocan los contagios

Las ETS repuntan tras la pandemia empujadas por el uso de aplicaciones de citas o el «chemsex»

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InfografíaTeresa Gallardo

Lo dice la Organización Mundial de la Salud (OMS): cada día se producen más de un millón de enfermedades de transmisión sexual (ETS), una cifra que refleja un alarmante incremento de este tipo de infecciones hasta el punto de considerarlas como una de las prioridades sanitarias a nivel mundial. De hecho, en Europa son la segunda causa de enfermedad infecciosa, por detrás de las respiratorias.

Y es que, salvo el breve descenso procurado por el confinamiento tras el estallido de la crisis del coronavirus, la cifras de contagios no paran de subir y subir, y sin tope a la vista. Una situación de la que España no se escapa y para la que tampoco hay una respuesta clara. Más bien, al contrario, las causas de este auge sin fin parecen ser múltiples y variadas.

Así lo entienden los expertos consultados por A TU SALUD a este respecto que apuntan que, junto a la pérdida del miedo a enfermedades antaño temidas, la llegada de determinados fármacos (como la píldora del día después o la terapia pre-exposición, PreEP) o el auge de las aplicaciones de contactos, esta escalada se debe, sobre todo, a un incremento de las prácticas de riesgo.

«Más que en relación con el aumento del uso de la píldora del día después, el aumento del diagnóstico de las ETS está en relación con el incremento de unos hábitos sexuales menos seguros con relaciones sexuales sin la protección adecuada, siendo por tanto ambas consecuencia de esto último. En cuanto al motivo del crecimiento de este tipo de prácticas de riesgo se trata de algo multifactorial, si bien es cierto que una causa repetida muchas veces es la pérdida del miedo al VIH, lo cual ha jugado un factor importante, pero no es el único», señala Alejandro Conde, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y vocal de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública y Gestión Sanitaria (Sempspgs).

Situación de las ETS
Situación de las ETSTeresa Gallardo

«El desconocimiento de lo que suponen las infecciones de transmisión sexual y la pérdida de miedo al VIH, junto con el incremento de las relaciones y parejas sexuales, pueden justificar este incremento. Muchos jóvenes no vivieron ni conocen las consecuencias del VIH en los años 80 y 90 y no lo sienten como una amenaza», coincide Juan González del Castillo, coordinador del grupo de Infecciones en Urgencias de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Infurg-Semes), quien añade que «el aumento de contactos de carácter sexual a través de las nuevas tecnologías (apps, móviles, chats...) favorece las relaciones con parejas no conocidas o anónimas así como la posibilidad de tener relaciones con varias parejas de forma simultánea».

Por su parte, Mar Vera, presidenta del Grupo de Estudio de Infecciones de Transmisión Sexual de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc), lo achaca a la reducción en la edad de la primera relación sexual; a hábitos tóxicos que alteran la percepción del riesgo y promocionan relaciones sexuales desprotegidas como «chemsex» y «slamming»; la falta de información y formación de la población general y de los sanitarios en salud sexual y ausencia de recomendaciones por parte de los profesionales de la salud para promocionar el cribado rutinario de las diferentes ETS que tan necesario es en algunos colectivos vulnerables. «Y, además, el gran talón de Aquiles es que la mayoría cursan de forma asintomática, sobre todo en mujeres y aquellas de localización extragenital (faringe y recto)», añade.

Consecuencias

Como consecuencia de todo ello, además de este incremento de ETS otras secuelas para la salud son, «complicaciones clínicas derivadas de las infecciones; aumento de las cadenas de transmisión del VIH y otras ETS; aumento del riesgo de adquirir la infección por el VIH; la aparición de resistencias antimicrobianas por uso y abuso de antibióticos o la alteración de la microbiota», explica Vera.

Además de esto, las ETS, pueden ocasionar graves problemas de salud de tipo cardiovascular o mental. «Muchas cursan de manera asintomática o tienen un tratamiento eficaz. No obstante, existen infecciones, como la sífilis, que puede afectar a prácticamente cualquier órgano, ocasionando casos de ceguera, afectación del sistema nervioso en forma de neurosífilis, afectación renal, etc. No debemos olvidarnos, por supuesto, de las graves complicaciones del sida, que sin tratamiento a tiempo pueden ser letales. En otros casos, pueden llevar a infertilidad, el embarazo ectópico, el cáncer de cérvix o problemas de salud mental», añade Gómez del Castillo.

Y, ¿qué patologías son las que más están subiendo? La infección gonocócica (gonorrea) ha sido la que más ha crecido desde el año 2015: un 729%, si bien este aumento se puede generalizar a la totalidad de ETS. Este incremento ha sido, además, más pronunciado en hombres que en mujeres. (Ver gráfico)

«Existe una tendencia creciente de la infección gonocócica y de la sífilis, que se ha venido observando desde el inicio del siglo, y esta tendencia se está manteniendo. En el caso de la infección por Clamidia trachomatis también se observa una tendencia creciente durante el periodo analizado», señala Gómez del Castillo.

Sin tope

Toda esta situación está propiciando lo que se denomina una sindemia: la coexistencia en periodo y lugar de dos o más epidemias que comparten factores sociales, de tal modo que estas se retroalimentan entre sí y acaban interactuando y causando secuelas complejas. Nos referimos a este término para poner de relevancia la coexistencia del VIH con el resto de ETS.

Y es que la infección por el VIH y las ETS están claramente interrelacionadas, compartiendo riesgos, incidencia y mecanismos de transmisión». Además, ha añadido que existe un importante solapamiento entre el VIH y otras ITS: el 28% de los hombres que tiene sexo con hombres diagnosticados de sífilis y el 15% de los pacientes de gonococia identificados en centros de ETS estaban coinfectados por el VIH. Algunas ITS, especialmente las ulcerativas, como la sífilis o el herpes genital elevan el riesgo de contraer o transmitir la infección por el VIH», continúa el coordinador de Infurg-Semes.

En cualquier caso, y como apunta Conde, «la principal solución consistiría en disminuir la prácticas sexuales de riesgo, ya bien sea en el punto de vista cualitativo (uso de protección), como cuantitativo (número de parejas sexuales). Por si vale de ejemplo, lo equivalente en el Covid sería la mascarilla y los grupos burbuja».

Las cifras, salvo el breve periodo de confinamiento, no paran de subir cada año. ¿Pueden estas seguir aumentando indefinidamente? «La sensación que tenemos muchos profesionales sanitarios es que seguirán ascendiendo las ETS, incrementándose las tasas en los próximos años. Si no se toman medidas preventivas», concluye Mar Vera.