España
Nuevos efectos tóxicos del cannabis tras la legalización en EE UU
Ingerir la marihuana en forma de brownie o galletas provoca alteraciones en el corazón y episodios psiquiátricos, y vapear la hierba también eleva los niveles de daño orgánico
Legalización sí o no. Esa es la cuestión, pero antes la Medicina no deja de preguntarse los pros y los contras del eterno debate. En EE UU ya hay experiencias de las que se puede extraer conclusiones, más o menos precisas, de si pesan más los beneficios que las consecuencias y sirven para perfilar mejor las condiciones en que debe ser empleada.
En la actualidad, Uruguay, Canadá y diez estados de EE UU han dado el paso a la autorización con fines recreativos. Esto ha servido para que, como han observado diferentes trabajos estadounidenses, se haya reparado en nuevos efectos del cannabis, según su uso. Uno de los más recientes apunta que la ingestión de la hierba –o sus derivados– perjudica más que fumarla. El estudio, publicado en «Annals of Internal Medicine», ha recogido los casos atendidos en urgencias durante cuatro años en el Hospital Universitario de Denver, en el que se han atendido unos más de 2.500 por intoxicación de la hierba.
Más alteraciones cardiacas y desarrollo de trastornos psiquiátricos son los principales problemas que hallaron. Nora Volkow, directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas en los Institutos Nacionales de Salud en Bethesda, confiesa que «somos testigos de complicaciones médicas que hasta ahora no sabíamos que estaban asociadas con la marihuana». Y, aquí, explica Volkow que se debe a cómo la ingestión de los productos derivados de la sustancia, como los brownies, las galletas y los osos gomosos, provocan cambios metabólicos que precisan de estudios más profundos y con más detalles.
Más sedación
A los efectos sorpresa del cannabis recreativo, se le suma uno terapéutico, ya que los consumidores habituales requieren hasta 220% más de sedación. ¿Cómo? En «The Journal of the American Osteopathic Association» un grupo de investigadores de Colorado (EE UU) examinó los registros médicos de 250 pacientes que recibieron procedimientos endoscópicos después de 2012, cuando ese estado legalizó el cannabis recreativo.
Encontraron que las personas que fumaban o ingerían cannabis a diario o semanalmente requerían un 14% más de fentanilo, un 20% más de midazolam y un 220% más de propofol para lograr una sedación óptima en los procedimientos de rutina, incluida la colonoscopia. Un obstáculo importante, como apunta el responsable del trabajo y médico osteópata, Mark Twardowski: «Algunos de los medicamentos sedantes tienen efectos secundarios dependientes de la dosis, lo que significa que a mayor dosis, mayor probabilidad de problemas. Eso se vuelve particularmente peligroso cuando la función respiratoria suprimida es un efecto secundario conocido».
Situación mundial
Quizás por estos datos, desde la ONU se advierte de la banalización de los riesgos del consumo de cannabis al abordar el intenso debate internacional sobre la adopción de normativas más permisivas con este narcótico. Así, el presidente de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) de dicho organismo, Viroj Sumyai, apuntó, en la presentación durante la pasada primavera de un informe sobre la sustancia, que «la legalización del cannabis con fines recreativos, como se ha visto en un pequeño número de países, representa no sólo una dificultad para la aplicación universal de los tratados, sino también un problema importante para la salud y el bienestar, en particular de los jóvenes».
Por ello, en EE UU la comunidad médica exige que la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos) ponga coto a la libertad de dosis y mejore el control sobre el uso de los derivados del cannabis. El último en incluirse en el debate ha sido el uso del cannabidiol (CBD, uno de los ingredientes activos que más popularidad cobra por sus efectos terapéuticos beneficiosos).
Por ejemplo, en España, un grupo de investigadores del Área de Neurociencias del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Clínico San Carlos de Madrid ha demostrado de forma pionera que esta sustancia mejora los resultados de la hipotermia para el tratamiento del daño cerebral por asfixia en recién nacidos. Pero es que los expertos subrayan que el CDB ingerido de forma recreativa en diferentes presentaciones, como se permite en EE UU, resulta altamente tóxico y repercute, sobre todo, en el hígado, donde tiene un efecto acumulativo nocivo.
En España, más controlado
Sin respaldo legal está en nuestro país, ya que este derivado del cannabis aún no se ha registrado como un complemento en la «lista de suplementos alimenticios autorizados» de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps). Este inventario contempla las vitaminas y minerales aprobados para el consumo humano por la ley española, y el CDB no está definido en la Directiva 2002/46/CE del Parlamento Europeo (transpuesta a la legislación española por el Real Decreto 1487/2009, que modifica desde el pasado 16 de marzo de 2018 el Real Decreto 130/2018).
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha comunicado a todos los países miembros de la Unión Europea a través de su agencia correspondiente en España, Aecosan (Agencia para Asuntos del Consumidor, Seguridad Alimentaria y Nutrición), de la inmovilización de todos los productos calificados como suplementos alimentarios que contienen CBD.
Vapear también es malo
También vapear se considera una práctica más tóxica a la hora de encontrar una nueva forma de administración recreativa de la hierba. En este sentido, los investigadores compararon los efectos del cannabis fumado versus vaporizado en dos dosis diferentes y una dosis de placebo en un pequeño estudio de 17 adultos sanos que no eran consumidores habituales. Los participantes sintieron los efectos del cannabis fumado y vaporizado en una dosis de 10 mg del componente psicoactivo THC, incluido el deterioro cognitivo moderado, mientras que una dosis de 25 mg de THC produjo efectos farmacológicos más pronunciados y un deterioro sustancial del funcionamiento cognitivo y psicomotor.
Vaporizar el cannabis produjo efectos más fuertes en los usuarios y mayores concentraciones sanguíneas de THC en comparación con dosis iguales de la sustancia fumada. El estudio, publicado en JAMA, estuvo limitado por un pequeño rango de dosis, pero Ryan Vandrey, de Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore (EE UU) subraya que se debe tener en cuenta porque los efectos de este tipo de droga pueden ocurrir a dosis relativamente bajas de THC en los consumidores de cannabis poco frecuentes y, en consecuencia, estos datos deben considerarse con respecto a la regulación de los productos minoristas de cannabis.
¿Y en los jóvenes?
Otro de los aspectos en los que insiste Vandrey es que estas circunstancias deben aplicarse también en el ámbito de la educación, sobre todo, de los más jóvenes. Un perfil de usuario cada vez más común en EE UU debido a la «relajación» legislativa y que ha sido foco de una investigación dirigida por el Centro de Políticas Públicas Annenberg de la Universidad de Pennsylvania, publicado en «Addiction». Ésta ha concluido que los adolescentes con problemas de conducta o cuyos amigos toman cannabis son los que tienen más probabilidades de gravitar hacia el consumo crónico y adictivo.
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