Cambios climáticos
Jugando a ser dioses
Proponen modificar artificialmente el clima de la Tierra para salvar a los corales, claves para la biodiversidad marina y costera
Proponen modificar artificialmente el clima de la Tierra para salvar a los corales, claves para la biodiversidad marina y costera
Si un cambio de clima mata a los corales, quizá otro cambio también pueda salvarlos. Ésa es la provocadora idea detrás de la propuesta publicada ayer por un grupo de científicos de la Carnegie Institution y la Universidad de Exeter. Se trata de utilizar técnicas de geoingeniería para enfriar la atmósfera de manera artificial. En concreto, aplicar la llamada Gestión de Radiación Solar (SRM).
Esta técnica consiste en inyectar gases en la atmósfera que forman partículas microscópicas capaces de reflectar parte de los rayos del Sol y evitar que lleguen a la superficie de los océanos. De ese modo se podría reducir el calentamiento de las aguas que afecta a la capacidad de supervivencia de los corales. Parece ciencia ficción, pero no lo es tanto: ya es posible modificar el clima terrestre a nuestro antojo.
Según estos científicos, el exceso de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera es el principal responsable del aumento global de las temperaturas en el mar y de posibles crecimientos del nivel de las aguas en el futuro. Estos dos fenómenos están causando el empobrecimiento del entorno ecológico de los corales y los conduce a la pérdida de pigmentación y a la muerte progresiva. Los arrecifes de coral son las estructuras más vulnerables si el clima cambia. Y se trata de elementos vitales para el mantenimiento de la diversidad marina y costera. Primero, porque sirven de cobijo a un buen número de especies; segundo, porque permiten mantener el equilibrio del suelo y de la costa con el envite de las olas y la dinámica de las mareas.
Según este último trabajo, es imprescindible una reducción drástica de las emisiones de CO2 para salvar a los corales de buena parte del planeta. Y, como no parece que los países más contaminantes vayan a decidir acometer esta reducción, será necesario encontrar otras vías de solución. Si se pusiera en marcha un proyecto global de geoingeniería, a medio plazo la amenaza a los corales disminuiría en mayor medida incluso que si se redujeran las emisiones. La técnica de SRM consistiría en el uso de grandes globos aerostáticos que insuflarían sulfatos en la estratosfera. Estos aerosoles son parecidos a los que emanan de las grandes erupciones volcánicas. De manera que lo que se pretende es simular el efecto de enfriamiento que sigue a estas grandes explosiones. Es decir, se estaría simulando a gran escala un cambio climático similar al que generarían varias erupciones juntas.
El enfriamiento no actuaría directamente sobre la acidificación de las aguas, pero compensaría algunos efectos del aumento de temperatura sobre el equilibrio de los corales.
La geoingeniería tiene mala fama. Y, probablemente, con razón. La idea de que el ser humano puede utilizar rudimentos tecnológicos para modificar el ambiente a su criterio (ya sea para provocar lluvias sobre una zona de cultivo azotada por la sequía, para evitar que llueva sobre una capital olímpica o para enfriar unas décimas de grado la sobrecalentada atmósfera) repugna incluso a los más fervientes defensores del desarrollo científico del siglo XXI. Si, además, lo que se pretende no es actuar localmente sino tratar de manipular el clima a escala global, los escalofríos son inevitables. Existen muchas razones científicas, políticas y éticas para dudar de la eficiencia de esta nueva rama del saber y de la idoneidad de su aplicación. Pero es que, además, desde el punto de vista político, la posibilidad de actuar sobre los mecanismos moduladores del clima mediante intervenciones tecnológicas puntuales puede tener consecuencias aún desconocidas sobre el desarrollo de países, regiones y continentes enteros.
Aún así, los defensores del Cambio Climático Intencionado mediante geoingeniería creen que tarde o temprano la humanidad se verá obligada a elegir entre dos alternativas igual de estremecedoras: tratar de adaptarse a las consecuencias catastróficas del calentamiento o entregarse a la aventura de la geoingeniería para poner remedio al desastre. ¿Quizá haya que jugar a ser Dios y manipular artificialmente el clima para sobrevivir?
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