Estados Unidos
La abuela ya era una buena «celestina» en la Prehistoria
Una antropóloga vincula el papel de las abuelas prehistóricas con el vínculo de pareja en la historia humana
La antropóloga de la Universidad de Utah, en Estados Unidos, Kristen Hawkes, es conocida por la «hipótesis de la abuela», que acredita que la ayuda de las abuelas prehistóricas pudo alargar esperanza de vida humana. Ahora, esta experta ha empleado simulaciones por ordenador para vincular el papel de las abuelas y la longevidad a un excedente de hombres fértiles de más edad y, a su vez, a la tendencia masculina a proteger a una hembra frente a la competencia y formar un «vínculo de pareja» con ella en lugar de aparearse con varias compañeras, informa Europa Press.
«Parece que el papel de las abuelas fue crucial para el desarrollo de los vínculos de pareja en los humanos», afirma Hawkes, autora principal del nuevo estudio publicado en la edición digital de este lunes de ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’. «Los vínculos de pareja son universales en las sociedades humanas y nos distinguen de nuestros parientes vivos más cercanos», añade esta experta y sus colegas en este trabajo.
«Nuestra hipótesis es que los vínculos de pareja humanos evolucionaron con el aumento de las ventajas de proteger al compañero, los cuales resultaron de la evolución de nuestra historia de vida de la abuela». Esta conclusión contradice la visión tradicional de que los vínculos de pareja «resultaron de cazadores machos que alimentan a las hembras y sus crías a cambio de la paternidad de de esos retoños, de forma que los machos tienen descendientes y transmiten sus genes», dice Hawkes.
La hipótesis de la abuela sostiene que «la clave de por qué las madres pueden tener los siguientes bebés pronto no se debe a que el padre lleva a casa alimento, sino a que la abuela ayudar a alimentar
a los niños destetados. Eso favoreció el aumento de la longevidad a medida que las abuelas de larga vida ayudaban más».
El nuevo estudio se centra en el exceso resultante de varones de más edad que compiten por compañeras, una fuente probable de la preferencia de los hombres por las mujeres jóvenes. «Esto es diferente a lo que se ve en los chimpancés, donde los machos prefieren las hembras mayores», dice Hawkes, distinguida profesora de Antropología y miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
Como la longevidad humana aumentó, hubo «mucho machos más viejos, por lo que existía un mayor número de varones compitiendo por la paternidad y la única forma en que pueden convertirse en padres es con una hembra fértil, lo que significa mujeres más jóvenes. Así que los hombres que tenían preferencia por mujeres más jóvenes tenían más probabilidades de dejar descendientes», explica.
Hawkes, antropóloga de la Universidad de Utah y de la Universidad de California-Los Angeles (UCLA), en Estados Unidos, publicó por primera vez la hipótesis de la abuela en estudios en 1997-1998, con base en las observaciones iniciadas en 1984 en personas del pueblo Hazda de Tanzania, que viven de la caza y la recolección de alimentos como nuestros antepasados. Los científicos señalaron la importancia de las mujeres de más edad Hazda a la hora de recolectar tubérculos para alimentar a los jóvenes que no eran lo suficientemente fuertes como para desenterrar tubérculos ellos mismos.
Las chimpancés hembras rara vez viven más allá de los años fértiles, por lo general hasta los 30 años y, a veces hasta los 40. Las mujeres humanas, a menudo, viven décadas más allá de sus años fértiles y esta longevidad puede haber comenzado con nuestros primeros parientes ‘Homo’, hace 2 millones de años.
La hipótesis de la abuela dice que antes de esa fecha, pocas mujeres vivían más allá de sus años fértiles pero que entornos cambiantes llevaron a la utilización de los alimentos como tubérculos enterrados que los niños destetados no podían desenterrar por sí mismos, de modo que las mujeres mayores ayudaron a esos niños a alimentarse, permitiendo a sus hijas tener los siguientes bebés antes.
Al posibilitar que sus hijas tuvieran más niños, los genes de la longevidad de las abuelas se hicieron cada vez más comunes en la población y la esperanza de vida humana aumentó. Un estudio de simulación por ordenador realizado por Hawkes en 2012 apoyó la hipótesis, encontrando que sin las abuelas, la esperanza de vida simulada alcanzaría el equilibrio coincidiendo con la de los grandes simios, pero con las abuelas, la esperanzas de vida calculada se vuelve más larga, como la de los humanos, a menudo hasta los 70 y 80 años .
Investigaciones anteriores por otros expertos también han demostrado un vínculo en el «cuidado del compañero» --en el que varios animales machos protegen a su pareja femenina frente a pretendientes que compiten cuando la ratio hombre-mujer es alta_desarrollando el vínculo de pareja en los seres humanos.
El vínculo de pareja incluye, pero no requiere, una relación exclusiva -los polígamos pueden tener múltiples vínculos de pareja-- pero sí significa «una relación especial y persistente entre un varón y una hembra». «Incluso, cuando dos personas están juntas durante un par de meses, se trata de un vínculo de pareja --dice Hawkes--. La cópula sola no cuenta. En los seres humanos, hay sin duda un peso emocional en las relaciones sociales para los vínculos de pareja».
Los chimpancés, por el contrario, no tienen, relaciones de emparejamiento especiales persistentes entre un macho y una hembra en particular. Un chimpancé femenino puede emparejarse con múltiples machos. Especies desde la mosca del estiércol a primates cuidan a sus compañeros para asegurarse de que otros no se aparean con ellos.
A medida que la esperanza de vida de los humanos se hizo más larga, la fertilidad de la mujer continuó para terminar en alrededor de los 45 años, mientras que los hombres de edad avanzada se mantuvieron fértiles. El nuevo estudio indica que la proporción de hombres fértiles frente a mujeres fértiles aumentó con el tiempo, lo que -según Hawkes-- «favoreció que los hombres cuidaran a una hembra
y desarrollaran un vínculo de pareja con ella».
Para este nuevo análisis, los investigadores realizaron simulaciones por ordenador de la evolución humana, 30 simulaciones con las abuelas y 30 sin ellas. Las simulaciones mostraron cómo la proporción de sexos entre hombres y mujeres cambió con el tiempo para convertirse en cada vez más dominada por los hombres, a diferencia de las poblaciones de grandes simios no humanos reales, que tienen más hembras fértiles que machos fértiles.
Por ejemplo, la proporción de hombres y mujeres en edades fértiles pasó de 77 hombres por cada 100 mujeres sin las abuelas a 156 hombres por cada 100 mujeres con las abuelas en 30.000 a 300.000 años simulados. A diferencia de los seres humanos, la mayoría de las especies de mamíferos tienen hembras más fértiles que machos fértiles. «Este sesgo masculino en la proporción de sexos en las edades de apareamiento hace de la protección de la pareja la mejor estrategia para los hombres que tratan de buscar una pareja adicional, porque hay demasiados hombres en la competencia --dice Hawkes--. Cuantos más hombres hay, más disminuye su promedio de éxito reproductivo».
Los investigadores también mostraron que las relaciones sexuales entre hombres y mujeres en las simulaciones están estrechamente vinculadas con las de poblaciones que viven, específicamente, los chimpancés, que carecen de abuelas y que son los únicos otros grandes simios con buenos datos demográficos, y cuatro sociedades de cazadores-recolectores humanos en Africa y Sudamérica.
El estudio cita investigaciones anteriores de animales vivos -desde mosca del estiércol a mamíferos-- y simulaciones por ordenador para mostrar que cuando la proporción de machos y mujeres fértiles es alta, el cuidado de la compañera es más probable.
Europa Press
✕
Accede a tu cuenta para comentar