Prevención

Protegernos demasiado del sol también es malo

Las cremas evitan el melanoma, pero anulan el impacto positivo de la radiación. Hay dosis beneficiosas que no deberíamos eliminar.

No es necesario tumbarse al sol para obtener beneficios. El paseo corto, con brazos y piernas al aire, es suficiente
No es necesario tumbarse al sol para obtener beneficios. El paseo corto, con brazos y piernas al aire, es suficientelarazon

Las cremas evitan el melanoma, pero anulan el impacto positivo de la radiación. Hay dosis beneficiosas que no deberíamos eliminar.

¿Tomamos demasiado, o demasiado poco? Un estudio alerta de que protegernos demasiado contra él también es malo.

Tomar o no tomar el sol. Ésa es la cuestión. Sabemos que los rayos solares son la principal fuente de vitamina D para nuestro organismo y que un sencillo paseo de 20 o 30 minutos bajo su caliente influjo cada día es suficiente para generar la dosis necesaria de esta vitamina en el cuerpo. Pero es evidente que el exceso de radiación tiene efectos perniciosos sobre uno de los cánceres que más están aumentando en las sociedades contemporáneas: el de piel.

Así las cosas, parece adecuado recordar que el uso de protección solar, en cualquier circunstancia, es la mejor estrategia para prevenir el melanoma y, por lo tanto, para salvar vidas. Pero ¿qué pasa con la vitamina D? ¿Protegernos demasiado contra el sol está deteriorando nuestras reservas?

Un estudio clínico publicado ayer en el Journal of Ostepathic Association ha querido analizar mejor la relación entre las cremas de protección solar y el déficit de vitamina D. En él, como primer resultado, se especifica que cerca de 1.000 millones de personas padecen este déficit en el mundo. La causa principal de tal defecto es alguna enfermedad crónica pero aumentan los casos derivados de la falta de radiación solar o el exceso de protección. El ser humano pasa cada vez menos tiempo a la intemperie. Cuando tomamos el sol, lo hacemos bajo la protección de cremas que anulan prácticamente el impacto positivo de la radiación. Así lo ha declarado Kim Pfotenhaure, de la Universidad de Touro, California, investigadora principal de este estudio. «Es evidente que queremos que la gente se proteja contra el cáncer, pero existen dosis de exposición solar moderadas y beneficiosas que no deberíamos eliminar».

Una de las razones más comunes por las que una persona puede tener problemas con sus niveles de vitamina son algunas enfermedades crónicas muy comunes. La diabetes tipo 2, problemas de absorción de la molécula, la enfermedad de Crohn, la celiaquía... está entre los males que limitan la disponibilidad vitamínica a través de los alimentos y otras fuentes.

La vitamina D está considerada más una hormona que una vitamina. Los receptores de esta sustancia se encuentran en prácticamente todas las células del cuerpo humano. De ese modo, juega un papel fundamental en infinidad de funciones vitales entre las que se encuentran la modulación del crecimiento celular, el control del sistema inmune, la gestión de los tejidos, el control de la inflamación y el crecimiento óseo. De hecho, la principal consecuencia derivada del déficit de vitamina D es la debilidad muscular y la osteoporosis. La mejor medicina contra estos males es pasear al sol. Media hora diaria, por ejemplo, a medio día. Evidentemente, las dosis de radiación varían en función de la localización geográfica. En España los días de radiación solar son mucho mayores que en otras latitudes, la posibilidad de recibir los beneficios del astro rey es mayor. La raza también cuenta. En Estados Unidos, el 95% de las personas de raza negra tienen menos vitamina D de la debida. En España, sobre todo en mujeres después de la menopausia y en hombres de más de 60 años, la incidencia del déficit de vitamina D puede llegar al 40%.

Dicho de otro modo, parece que suspendemos en vitamina D. Algo paradójico en países tan soleados como el nuestro.

El problema es que el uso de cremas de protección superior a 15 bloquea la producción de hasta el 99% de la vitamina. ¿Qué podemos hacer?

El estudio sugiere que no es necesario tumbarse al sol para obtener beneficios. El paseo corto, con ropa y gorra, pero con piernas y brazos al aire, es suficiente. También es útil aumentar el consumo de leche, cereales o champiñón, alimentos que han demostrado mejorar la absorción de la hormona.