Violencia de género
Cuatro de cada diez padres sufren violencia psíquica
El 10 por ciento padece maltrato físico por parte de sus hijos
Es un adolescente, ha abandonado los estudios, ha empezado a coquetear con las drogas y en ocasiones se lesiona a sí mismo. Desde muy temprana edad le ha cogido el «tranquillo» a sus padres, los ha ido dominando hasta el punto de que sabe que siempre les va a doblegar y ha ido aumentando gradualmente los niveles de violencia pasando del insulto a la agresión física. Éste es el drama al que se enfrentan diariamente miles de padres y madres en nuestro país. Cada vez más. En torno a un 9% de los progenitores está sufriendo maltrato físico por parte de sus hijos. Y el porcentaje se dispara al 40% en lo que respecta al maltrato psicológico y emocional. Dicho de otra forma, insultos y amenazas continuados en el tiempo que, en ocasiones, pueden ser más dolorosos que una bofetada.
Éstas son algunas de las reflexiones de la primera jornada del I Congreso Nacional de Violencia Filioparental que se celebra estos días en Madrid. Javier Urra, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Violencia Filioparental (Sevifip), encargada de organizar el congreso, apuntó que las denuncias en este sentido «se han duplicado en los últimos siete años», pasando de 2.683 a cerca de 4.700 en 2013, según la memoria de la Fiscalía General del Estado. Así, el 16% de los delitos cometidos por menores están relacionados directamente con la violencia hacia sus padres. En algunas comunidades autónomas se ha acentuado aún más el problema. Es el caso de la Comunidad Valenciana, donde se ha pasado de un 7% de menores condenados en 2007 a un 30% en 2014, aumento similar al experimentado en el resto de la Península. En Madrid, Miguel Ángel Jiménez, director del Instituto Madrileño de la Familia y el Menor, afirmó que más del 50% de los padres de menores acogidos actualmente por los servicios sociales han realizado una petición a la comunidad para que se ocupe de su guarda, «pues la situación se les escapaba de las manos».
La «patología del amor»
Los expertos se refirieron a este drama como la «patología del amor»: padres e hijos se quieren, y, sin embargo, acaban atrapados en una espiral de violencia. Pero entonces, ¿qué falla? Juan Luis Linares, profesor titular de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Barcelona, señaló que «la crisis de la familia y la pérdida de valores familiares son lugares comunes, pero algo de verdad hay en ellos». «No se trata de compadecer a los padres ni de culpabilizar al hijo; debe responsabilizarse a ambos», añadió. «Se ha producido una pérdida progresiva de la autoridad y el respeto», aportó Lucía Cerón, secretaria de Servicios Sociales y Solidaridad de la Generalitat valenciana. Sin olvidar que muchos casos permanecen invisibles ante el estigma que puede acarrear. «Denunciar a un hijo es lo peor que puede sentarle a un padre», aseguró.
«No buscamos culpables, pero sí restaurar la justicia», señaló Urra. «El pequeño dictador no nace, se hace. La violencia filioparental es un problema no sólo familiar, sino social. Y la armonía en el hogar es un mito erróneo», añadió. En su opinión, en nuestra sociedad se ha partido de una «equívoca igualdad entre padres e hijos. El hogar no es una democracia». Así, considera que «los niños no se traumatizan porque se les sancione. La sanción es parte de la educación». Sin olvidar las responsabilidades que, en este sentido, debe tener el sistema educativo, pues «los alumnos no son clientes» de los colegios.
Los casos están protagonizados por «padres menguantes», que «disfrazan una cómoda permisividad de actitud tolerante. Padres e hijos son dos imanes mal colocados que se repelen, pero que desean atraerse. Los progenitores dicen que sus hijos les quieren, ‘‘pero a su manera’’. Mientras, los hijos dicen ‘‘no sé si mis padres me quieren’’. Vemos lágrimas en todos ellos». Del mismo modo, en los casos también influye «la conyugalidad de los progenitores, cómo se relacionan entre ellos para gestionar la vidad de sus hijos».
Las madres, recordó Urra, están especialmente castigadas: casi en nueve de cada diez casos son las que reciben los malos tratos, según el estudio realizado por el centro Recurra-Ginso, que ayuda a hijos y progenitores a salir de este túnel. «Padres e hijos son dos imanes mal colocados que se repelen, pero que desean atraerse», afirmó.
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