Educación
Cuidado con el «manzana podrida»
El tipo de compañero de clase influye en las notas. El nivel sociocultural de los padres explica el 15% del rendimiento de un alumno y otro 5% depende del nivel familiar del compañero de clase. Las chicas influyen en positivo sobre los chicos
El tipo de compañero de clase influye en las notas. El nivel sociocultural de los padres explica el 15% del rendimiento de un alumno y otro 5% depende del nivel familiar del compañero de clase. Las chicas influyen en positivo sobre los chicos
Los compañeros de clase influyen en los resultados académicos que puede tener un alumno. De hecho, se considera un factor tan importante como podría serlo la calidad de los profesores, el número de alumnos que tiene cada clase o el tipo de familias a la que pertenece cada estudiante. El último estudio del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Inee), dependiente del Ministerio de Educación, sobre los «Efectos de los compañeros de clase en el rendimiento académico», pone de relieve que «la influencia de los compañeros de clase puede ser positivos o negativo para el aprendizaje dependiendo del tipo de conducta y contexto del estudiante». «Si en una clase hay un grupo de alumnos muy buenos, los resultados académicos globales de la clase serán mejores, pero si tus compañeros obtienen malas calificaciones, hay alumnos que pueden considerar que sacar un aprobado o un bien es suficiente», explica el director del Inee, Ismael Sanz. Lo que está comprobado hasta ahora es que «el nivel socioeconómico de los padres explican un 15% del rendimiento de los alumnos y otro 5% depende del nivel socioeconómico de los padres del compañero de clase», añade Sanz. Un aspecto a tener en cuenta que influye tanto como la proporción de alumnos por profesor que hay en un aula.
De hecho, el informe de Inclusión Social en España 2009 de la Obra Social La Caixa concluye que el factor que más afecta en el rendimiento escolar de los niños es el nivel educativo de los padres, sobre todo, el de las madres. Así, el 73% de los que tenían un padre con título universitario, también lo acaba teniendo, mientras que el porcentaje se reduce al 20% entre aquellos cuyo pogenito no tenía ninguna titulación. «Los padres mejor formados hacen especial hincapié en los estudios de los hijos, especialmente las madres, que son las que más se suelen ocupan de los niños».
El estudio del Instituto Nacional de Evaluación Educativa concluye que una mayor participación femenina del aula «afecta positivamente a los compañeros y aumenta los resultados promedios en las pruebas. Además puede impactar en la reducción de la violencia en el aula y mejorar las relaciones interpersonales tanto entre los estudiantes como entre los estudiantes y el profesor». En general se ha visto que «la presencia de chicas está asociada con menos interrupción y desorden y mayores niveles de rendimiento». Antonio Ciccone y Walter García Fontes, han podido comprobar en un estudio realizado en Madrid en 2013 sobre «Los efectos de género en las escuelas, un enfoque basado en cohortes de edad» que «la presencia de niñas en el aula beneficia a los chicos de sexto de Primaria y, por tanto, tienden a obtener mejores resultados académicos». De hecho, se ha verificado que un aumento de diez puntos porcentuales en la proporción de niñas mejora los resultados académicos generales y en matemáticas de niños entre el 2 y 2,5 por ciento de la desviación estándar. En cambio, el efecto de la proporción de niñas sobre los resultados de las niñas no es estadísticamente significativo en ningún caso», según el estudio.
Lo cierto es que los mayores efectos sobre los compañeros de clase se aprecian sobre todo en Primaria y Secundaria porque el efecto de los compañeros sobre el rendimiento en la etapa universitaria son bastante más modestos.
Carmen Guaita, maestra y autora del libro «Cronos va a mi clase», valora como un factor clave que afecta al rendimiento académico el nivel sociocultural de los padres, «porque dependiendo de esta circunstancia un alumno va a poder acceder a una mayor biblioteca en casa, a actividades culturales...», pero por encima de eso están las expectivas de los padres. «Los médicos tienen hijos médicos y así vemos que hay sagas familiares en muchas profesiones, y eso también se da cuando las expectativas de los padres sobre los hijos son bajas».
«Ahora mismo tener o no tener acceso a internet es un mundo para los niños; tenemos clases cada vez más heterogéneas, estudiantes que proceden de otros países con sistemas educativos diferentes y que ahora por circunstancias se encuentran estudiando en nuestro país y cuando una clase se considera que es la peor, se crea un clima patológico y baja el nivel de rendimiento», añade Guaita. También ocurre que en clases con alumnos altamente conflictivos en las que el profesor emplea mucho tiempo en lograr poner orden «los mejores alumnos crean una especie de mecanismo de resistencia, se meten en un caparazón de tal manera que su rendimiento no se resiente demasiado, pero de alguna manera sí que les afecta». Por el contrario, «cuando hay un grupo de alumnos excelentes son ellos los que tiran del resto de la clase si el profesor es capaz de crear un clima de colaboración». Entonces, ¿cuál es el mejor clima para que un alumno desarrolle todas sus capacidades y rinda al cien por cien? «Un alumno mío de 4º de Primaria lo definía perfectamente en una redacción de final de curso que les encargué», añade Guaita. En la redacción del alumno podía leerse: «He trabajado mucho porque me han ayudado y he podido ayudar»; la mejor manera de responder a la pregunta, dice la maestra y escritora.
Ricardo Martínez, profesor del Instituto de Villa de Vallecas, en Madrid, sabe por experiencia que muchos alumnos brillantes evitan destacar e incluso bajan su nivel de rendimiento en una clase de «malotes» para evitar ser señalados por ellos y convertirse en su centro de atención. «He visto cómo algunos alumnos han intentado hacer peores exámenes para no ser calificados como los “empollones” de la clase en un ambiente en el que ser brillante académicamente está mal visto».
A esto se añaden circunstancias personales que padecen los alumnos a consecuencia de la clase y que afecta de manera muy importante a los niños. «En un barrio como el de Vallecas ha habido muchas familias que han tenido deshaucios y han estado padeciendo durante seis meses hasta que se ha ejecutado. Todo ese tiempo los niños han estado más pendientes de esa circunstancia que de sus estudios».
Tener un compañero solidario también puede ser un factor determinante a la hora de integrase en el aula y conseguir cumplir los objetivos del curso. Martínez asegura que «en algunas ocasiones te encuentras que llega a clase a mitad de curso un alumno procedente de otro país que, aunque hable castellano para ellos es como encontrarse en otro universo distinto. Es en ese caso en el que buscan a alumnos que saben que van a ayudar al compañero. Es lo que ocurrió a una niña guineana. Se integró en un grupo de niñas suramericanas que la apoyaron en todo momento y la ayudaron a adaptarse y a salir adelante». En cualquier caso, además de las circunstancias como factores socioeconómicos y culturales familiares «también influye mucho el interés que tenga un estudiante en una materia porque me he encontrado con gente que no tenía un entorno social que le ayudara demasiado y, sin embargo, han aprovechado muy bien los cursos», dice Martínez .
¿Por qué factores se rige un profesor a la hora de organizar las clases y sentar a un alumno con otro? «Por regla general tratas de crear una clase homogénea, no se forman aulas sólo de chicos brillantes académicamente y otras de aquellos que tienen más dificultades de aprendizaje. Se trata de evitar, tratamos de que haya un equilibrio».
Martínez es de los que creen que ahora el nivel global del alumnado en las asignaturas ha bajado pero, sin embargo, hay mayor cultura general en comparación con los alumnos de otras décadas. «Hay más opciones educativas (aulas de compensatoria, FP básica...) y los jóvenes reciben cada vez más estímulos gracias al uso de las tecnologías». Lo cierto es que los mayores efectos sobre los compañeros de clase se aprecian sobre todo en Primaria y Secundaria, porque el efecto de los compañeros sobre el rendimiento en la etapa universitaria son bastante más modestos.
Carmen Guaita, maestra y autora del libro “Cronos va a mi clase” valora como un factor clave que afecta en el rendimiento académico el nivel sociocultural de los padres, “porque dependiendo de esta circunstancia un alumno va a poder acceder a una mayor biblioteca en casa, a actividades culturales...” pero por encima de eso están las expectativas de los padres. “Los médicos tienen hijos médicos y así vemos que hay sagas familiares en muchas profesiones y eso también se da cuando las expectativas de los padres sobre los hijos son bajas”.
“Ahora mismo tener o no tener acceso a internet es un mundo para los niños, tenemos cada vez clases más heterogéneas, niños que proceden de otros países con sistemas educativos diferentes y que ahora por circunstancias se encuentran estudiando en nuestro país y cuando una clase se considera que es la peor, se crea un clima patológico y baja el nivel de rendimiento”, añade Guaita. También ocurre que en clases con alumnos altamente conflictivos en las que el profesor emplea mucho tiempo en lograr poner orden en la clase “los mejores alumnos crean una especie de mecanismo de resistencia, de caparazón de tal manera que su rendimiento no se resiente demasiado pero de alguna manera sí que les afecta”. Por el contrario, “cuando hay un grupo de alumnos excelentes son ellos los que tiran del resto de la clase si el profesor es capaz de crear un clima de colaboración”. Entonces, ¿cuále es el mejor clima para que un alumno desarrolle todas sus capacidades y rinda al cien por cien? “Un alumno mío de 4º de Primaria lo definía perfectamente en una redacción de final de curso que les encargué, añade Guaita. El alumno en su redacción exponía: “he trabajado mucho porque me han ayudado y he podido ayudar”, la mejor manera de responder a la pregunta, dice la maestra y escritora.
Modelo «manzana podrida»
Es el modelo de compañero conocido como «manzana podrida» («bad apple»). Los mayores efectos son producidos por los alumnos indisciplinados y con bajas calificaciones que perjudican al resto. Según el sindicato Anpe, en España el número de profesores que denunció problemas para dar clase pasó del 23 al 25% en el último año.
Modelo «arcoíris» de clase
El «Rainbow model» se caracteriza por una heterogeneidad en el aula que resulta buena para el alumnado. Los estudiantes reciben ayuda del compañero y aportan a la clase. Las debilidades y fortalezas de cada uno de ellos son aprovechadas y eso repercute en su rendimiento positivamente.
La «comparación detestable»
Conocido en inglés como el «Individious comparison», es un modelo en el que los estudiantes del centro educativo se ven perjudicados por la presencia de compañeros que logran mejores resultados que otros con los que son comparados, lo que no ayuda a mejorar los resultados académicos de los que no son tan brillantes.
El modelo «boutique»
Con este modelo los estudiantes obtienen un mejor rendimiento académico cuando están rodeados de otros compañeros que tienen unas características similares a las suyas. En el caso de los que tienen menor rendimiento, se sienten apoyados ante la presencia de compañeros de un nivel similar y no superior.
El modelo de la «luz brillante»
El modelo conocido como «Shining light» beneficia a la clase porque influye de manera positiva el hecho de que haya en clase un estudiante excelente al que todos quieren imitar. Eso produce que el resto de compañeros le vean como un modelo a seguir y se esfuercen por intentar mejorar.
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