Mascotas
Di cómo eres y te diré qué perro debes adoptar
Los galgos son dormilones y adecuados para vivir en un piso, los bodegueros son muy cariñosos con los niños y los bulldog no son los mejores compañeros para conciliar el sueño.
Los galgos son dormilones y adecuados para vivir en un piso, los bodegueros son muy cariñosos con los niños y los bulldog no son los mejores compañeros para conciliar el sueño.
Cuando uno decide tener un animal de compañía lo primero es pensarlo detenidamente. Al igual que aporta cariño y felicidad también es una responsabilidad. Después, mejor optar por un animal de una protectora. Así no sólo se ayuda a este perro, sino también al siguiente animal que perdido, abandonado o maltratado acabe en un centro, al hacerle hueco en uno de los cheniles. En las protectoras hay infinidad de opciones. Tantas, que si va es difícil que no se «enamore» de dos o tres. Pero lo importante es llevarse a casa el que sea más idóneo para uno, no si es guapo. Allí le informarán sobre los que son más compatibles con su estilo de vida: si tiene niños, si lleva una vida sedentaria o, incluso, si le cuesta conciliar el sueño. Si es de los que trabaja 14 horas al día, sepa que no es el candidato idóneo. Si no, hay un gran abanico de opciones, como los que se muestran en las imágenes. Además, tiene otra ventaja: «Las protectoras solemos ofrecer servicio de educadores gratuitamente», recuerda Carolina Corral, de la protectora ALBA. Esta experta explica que no depende tanto de la raza, sino del animal. Pero hay patrones de comportamiento que, en muchos casos, se repiten, y también conceptos equivocados. «Hay falsos mitos, como que los galgos no son idóneos para vivir en un piso. Es un animal muy equilibrado, en el campo corre como el primero, se vuelven como locos, pero en casa son todo paz. Pueden dormir unas 11 horas al día, por eso se dice que es el que más duerme. Además, se suele llevar bien con los niños, con otros perros y con gatos. Es fiel y tranquilo en casa y sabe pasear bien con correa. Es raro el galgo que ande tirando con la correa. Además, les suele gustar viajar». Eso se debe no tanto a la raza, sino a que es un perro que utilizan los cazadores, por lo que se ha acostumbrado a viajar. Otros perros que se suelen llevar bien con los niños son los «labradores, los bogueros, los golden retriever y, si los niños son movidos, los pointer. Los bodegueros son, en general, nerviososos. Necesitan hacer ejercicio, oler, rastrear...». Una raza que «se considera apta para los niños es el bóxer. Son muy cariñosos y juguetones. Pero pueden dar algún latigazo con el rabo de lo contento que están. También se suele decir que es el perro que da de comer a los veterinarios, porque la mayoría mueren de cáncer, por eso se recomienda que se castre antes del celo, a los cinco o seis meses de vida». Y para una persona tranquila no es el candidato idóneo porque necesita moverse.
Por regla general, «si uno tiene niños, es mejor optar por perros de tamaño mediano –que no cachorros–, ya que si nos pequeños los niños lo pueden agobiar con tanto abrazo. Y, si es muy grande y el perro no está educado, puede causar un problema», explica Paula Calvo, etóloga de la Fundación Affinity.
En cuanto al bulldog, es un buen aliado si el interesado duerme bien. «Si uno tiene dificultades para conciliar el sueño, no es el candidato ideal porque los bulldog tienen problemas respiratorios crónicos, por lo que hacen ruido al respirar y roncan. También padecen problemas cardiovasculares, por eso muchas compañías aéreas no aceptan a los bulldog a bordo, ya que se les han muerto varios», recuerda Carolina. Así que si es de los que viajan mucho mejor no optar por este tipo de perro, «tampoco si va a la montaña», añade Paula.
En el caso del mastin, «es un perro de guarda, por lo que a veces cuando viene gente de fuera se pone a la defensiva, porque se cree que un invitado es un intruso y puede haber algún susto. Pero no siempre es así. En las protectoras conocemos los animales que tenemos y sabemos cómo se comporta un determinado perro por eso es importante dejarse aconsejar», explica Corral.
También hay perros que es mejor no aventurarse si uno es un novato: «Para tener un pitbull el dueño tiene que saber de perros. Son cariñosos y necesitan contacto. Han de haber tenido antes perros o que se asesoren debidamente con educadores. No es lo mismo tener un caniche y malcriarlo que un pitbull malcriado. Sucede lo mismo en el caso de los rottweiller. Es un un perro muy cariño y nervioso como el bóxer, pero hay que saber enseñarle porque es un animal con mucha fuerza».
En cuanto a si uno vive en el campo o en la ciudad, Carolina asegura que «cualquier perro se puede adaptar a vivir en la urbe siempre que el dueño le saque a pasear y a correr, salvo el husky, que pasa mucho calor». Y en un piso, Carolina no recomendaría a priori ni un cocker ni un dalmata, porque son de lo más nerviosos. Aunque si lo desfogas, y los entretienes mucho en la calle... pero si no romperan muebles. Si es una persona sedentaria , por norma general nada de «podenco, braco, pitbull, bóxer ni dálmata», recuerda Carolina.
Y como regla general, sepa que «los pequeños suelen ser más activos y nerviosos. Y si el dueño es una persona mayor, mejor que opte por un perro maduro y tranquilo. Aunque, en definitiva, lo que hay que buscar es un perro con un temperamento adecuado al dueño», concluye Paula.
Los gastos del veterinario
Cuando uno decide tener un perro ha de ser consciente de que en «14 años puede surgir lo que sea», recuerda la etóloga. Hay perros más delicados, que pueden presentar problemas de salud desde el principio. Es el caso «del bulldog francés, bulldog inglés, los carrinos. Además, el pastor alemán suele sufrir displasia de cadera, y al año puede presentar problemas para caminar», precisa Paula. «Una operación a corazón abierto, con hospitalización incluida, –prosigue– cuesta entre 3.000 y 6.000 euros aproximadamente. Si tiene otitis, entre 150 y 200 euros, y si se le ha roto la pata y le tienen que escayolar, unos 300». Otro coste a tener en cuenta es el gasto en alimentación: «se calcula que alimentar a un perro mediano o grande cuesta unos tres euros al día en comida de gama media-alta», añade.
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