Educación
El método educativo español que EE UU quiere «copiar»
Cada alumno se organiza el trabajo y pone fecha a los exámenes. El profesor es el guía.
Cada alumno se organiza el trabajo y pone fecha a los exámenes. El profesor es el guía.
En el laboratorio de innovación de la fundación Iruaritz Lezama este año le dan vueltas a un asunto clave: cómo aprende cada alumno para desarrollar al máximo su potencial. Por eso los profesores del colegio Santa María la Blanca de Madrid –que pertenece a la fundación– han tenido que responder a la pregunta:¿Qué necesitas saber de cada estudiante para mejorar su proceso de aprendizaje? Ahora que ya se da por finiquitado el curso, los esfuerzos se centran estos días en recopilar todas las respuestas de los profesores y en buscar conclusiones para ponerlas en práctica el próximo curso. Y es que este colegio madrileño, situado en el barrio de Montecarmelo, es la cuna del llamado «Sistema EBI» o también «método Lezama» por su impulsor, el sacerdote, periodista y hostelero Luis de Lezama, conocido, entre otras cosas, por crear, en 1974, la primera Taberna del Alabardero como terapia ocupacional y de rehabilitación laboral para jóvenes sin trabajo.
El método innovador se empezó a aplicar en el año 2008 y se ha «exportado» ya a diez colegios españoles públicos y privados. Son ya 5.000 los alumnos que aprenden con él y su éxito es tal que los profesores que se forman en la Universidad de Notre Dame, donde imparte clase Luis Fraga, asesor de Educación para la Comunidad Hispana de Barack Obama, ya reciben conocimientos sobre cómo aplicarlo. El método ha cruzado el charco y en la Central Washington University, de titularidad pública, se está trabajando para formar a los profesores en el «método EBI». «Se ha empezado a aplicar en un colegio católico estadounidense, pero la idea es extenderlo al resto. El sistema fue designado como modelo de transformación en el Congreso World-Leading Schools celebrado en Washington este año», dice orgulloso Iñaki Echeveste, director de comunicación de la Fundación.
La experiencia del colegio concertado Santa María la Blanca como proyecto de innovación educativa está contada en el libro «La escuela del futuro» (PPC ediciones), de Luis de Lezama, que presenta hoy el ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo. Gira en torno a la idea de que «no es el alumno el que se debe adaptar al sistema, sino el sistema el que se debe adaptar al alumno. Personalizamos la educación, partimos de la idea de que todos los estudiantes aprenden de manera diferente y en contramos que hay niños, incluso, que no necesitan las nuevas tecnologías para aprender, por extraña que pueda resultar esta idea, o que necesitan realizar un trabajo más personal e individualizado», explica Arantxa Garay-Gordovil, directora de innovación.
Cristina Manzanares, acaba de finalizar 4º de la ESO y está convencida de que el método «me ha ayudado a desarrollar mi aprendizaje de forma autónoma, a organizar mi tiempo y a potenciar mi capacidad investigadora». En esta etapa los alumnos trabajan con lo que se denominan «guías» (tres por trimestre). El alumno parte de varias preguntas básicas relacionadas con temas del tipo: ¿Sabes qué es la II Guerra Mundial? ¿Qué es la Guerra Fría? ¿Quién fue el rey de España en el siglo XIV? Después viene la fase de «recolección» en la que el alumno recopila toda la información para dar respuesta a esas preguntas utilizando libros, webs...Una vez resuelta, es el momento de afrontar la cuarta guía: «Desarrollo de la habilidad», que consiste en responder a las preguntas con la información recogida. El estudiante debe demostrar que ha interiorizado todos los conceptos y debe elaborar sus textos con sus propias palabras. El siguiente paso es el de «Relación»: se trata de exponer lo que se comprendió y la conexión entre la vida cotidiana y el mundo que rodea al estudiante. El estudiante concluye con la fase de «evaluación». Es el momento en el que se reflexiona sobre las dificultades que se tuvieron y los logros que se alcanzaron. Se puede hacer un examen oral o una prueba escrita.
«Los alumnos somos los que ponemos la fecha a los exámenes, pero eso nos obliga a aprender a organizarnos para que no nos coindidan varios a la vez», dice Cristina.
Las clases de inglés se imparten por niveles. Así ocurre que, en un mismo aula, lunes y martes la profesora puede dar clase para los alumnos con un nivel de «advanced», y miércoles y jueves para los que se preparan para obtener el «First». Mientras, el resto trabaja en las «guías» de la asignatura que quiera. El centro, de hecho, ya prepara aulas multifunción totalmente acristaladas.
Así, la clase magistral desaparece y el docente se convierte en un guía en el proceso de aprendizaje que concierta citas de seguimiento de alumnos individuales y grupales. El tutor, liberado de dar clases, se encarga de coordinar la relación con las familias y asegurarse del avance del alumno.
El centro se organiza en «tribus» (jaguares, pumas, tigres y leopardos) para fomentar la competitividad y el liderazgo de los alumnos al estilo del colegio Hogwarts, de Harry Potter. ¿El resultado? El 97,4% de alumnos de la ESO consigue el titulo y el cien por cien aprueba la selectividad.
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