Violencia de género
El nuevo objetivo de los maltratadores: los menores
Iván sufrió, hasta hace tres años, la violencia de su padre, que entró en prisión tras agredir a su madre. Él busca que otros menores no tengan miedo.
Iván sufrió, hasta hace tres años, la violencia de su padre, que entró en prisión tras agredir a su madre. Él busca que otros menores no tengan miedo.
Tiene 20 años y muy clara su vocación. Iván quiere ser trabajador social. «Quiero ayudar a los demás». Cuando era pequeño no estaba tan seguro de ello. Su casa no era el mejor lugar para pensar en un futuro. «Desde que tengo conciencia, en mi casa ya estaba presente un clima de violencia», reconoce el joven que forma parte de la Asociación Avanza Sin Miedo, dirigida a las víctimas más vulnerables de esta lacra: los hijos.
El mediano de tres chicos veía como su padre controlaba a su madre y sentía celos por cualquier cosa que hacía o la ropa que escogía. «Incluso la controlaba los kilómetros que recorría con el coche», recuerda. Ahora, Iván explica todas sus vivencias a otros menores que puedan estar pasando por una situación. «Lo primero que me preguntan siempre es si tengo miedo». ¿Qué responde? «Les explico cómo lo he superado, la filosofía que he creado: después de lo que has pasado, lo que venga no es nada». Y así es como él ha salido adelante.
Este año son ocho los menores que han muerto a manos de sus padres. ¿Por qué se han convertido los niños en objetivo de los maltratadores? Los expertos apuntan a un único motivo: hacer aún más daño a los mujeres. «A nosotros nos menospreciaba de forma continua. El maltrato se va forjando progresivamente, no aparece de repente», dice Iván con criterio. Su padre hoy está en la cárcel cumpliendo una pena de 12 años. «Ingresó en 2014, tras darle una paliza a mi madre». Pero esa no era la primera vez que intentaba hacerles daño. En febrero de 2014, «me levanté y en el cuarto de mi madre, donde dormía con mi hermano pequeño, pillé a mi padre prendiendo fuego al colchón. Quería quemar la casa, con todos dentro, mientras dormíamos». En esa ocasión su madre no denunció. «Tenía miedo, tenía a toda mi familia amenazada».
Desde hace tres años no le ve y, aunque él se ha intentado poner en contacto con sus hijos en alguna ocasión, «no quiero saber nada de él». A Iván sólo le queda por superar un miedo: dejar de pensar que podría convertirse en alguien como su padre. «Muchas veces me he preguntado si el maltrato puede ser hereditario».
Y es que, como explica Timanfaya Hernández, psicóloga forense, «en muchos casos los niños imitan las actitudes que ven en su casa y se vuelven agresivos». No es el caso de Iván.
Él ahora sólo piensa en ayudar, en que «se visibilice a los menores que sufrimos esta violencia. Que nos escuchen, sobre todo en los juzgados». Sabe que hay cosas por cambiar, pero se da cuenta de los avances. «Ahora se nos tiene más en cuenta, antes no existíamos».
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