Ciencias humanas
En busca de mi familia de hace 40.000 años
La divulgadora Karin Bojs analizó su ADN para responder a una pregunta: ¿Quiénes son mis antepasados de la Edad de Piedra? Una cazadora del norte de España, una agricultora de Turquía...
Ella era joven y delgada, con el cabello negro y tez oscura. Tenía prisa por llegar al lago del valle, en la zona que hoy llamamos el mar de Galilea. No llevaba ropa, sólo una cuerda trenzada en las caderas con conchas coloreadas y un amuleto con la figura de un pájaro colgada al cuello. Mantuvo relaciones sexuales con un hombre, posiblemente forzadas. Era diferente a todos los que había visto, con la nariz más grande y ancha, y despedía un olor acre. La gente de su grupo llamaba a estos individuos «trolls». El bebé empezó a gestarse dentro de ella, sin que nunca revelase a su grupo quién era el padre. A los tres días de nacer, una hechicera ofició una ceremonia en honor del pequeño. Desde entonces, se le conoció como «hijo del troll», que tuvo a su vez numerosa descendencia. Estos supuestos hechos ocurrieron hace unos 100.000 años y narran el primer cruce entre neandertales y sapiens. Nadie puede decir que sucediera así, pero, ¿quién puede asegurar que no se produjeron? Así los relata Karin Bojs, divulgadora científica sueca en «Mi gran familia europea» (Editorial Ariel). El uso de la palabra «familia» no es sólo una licencia literaria. Bojs se sometió a varios análisis de ADN para responder una pregunta: ¿quiénes fueron mis parientes hace 54.000 años? Jefa de la sección de Ciencia del rotativo «Dagens Nyheter», abandonó su puesto para dedicarse a tiempo completo a esta obra. Entre medias, sucedió un hecho doloroso. Su madre falleció después de una vida marcada por conflictos, enfermedades, adicciones... «Había varios problemas en mi familia, que era muy pequeña y estaba rota. Desde que mi madre falleció, fui capaz de contar esta historia de una manera más personal, más abierta de lo que lo hubiera hecho si ella hubiese seguido con vida. Sin olvidar que es un libro sobre ciencia», afirma Bojs a LA RAZÓN. No en vano, se ha entrevistado con los científicos y expertos en ADN que, cómo ella, tratan de averiguar hoy de dónde venimos. No en vano, todos los Sapiens descendemos de la llamada «Eva mitocondrial», la mujer que vivió en el África subsahariana hace unos 200.000 años y que supone nuestro ancestro más reciente conocido. Y, al fin y al cabo, los descendientes que pueblan las páginas del libro de Bojs lo son también de muchos europeos.
O quizá no de tantos. Tras pagar 1.500 euros, llevó a cabo un análisis de sus mitocondrias, diminutas estructuras celulares que contienen pequeñas cantidades de ADN y que sólo podemos heredar de nuestras madres. Descubrió que pertenecía al haplogrupo U5. Y ahí fue donde surge el primer ancestro al que puede poner nombre: Úrsula. Un nombre puesto hace años con fines divulgativos por un genetista británico para el haplogrupo U5 y que la escritora ha hecho ahora suyo. «Me sorprendió: sólo un pequeño porcentaje de Europa tiene esta línea», afirma Bojs.
¿Y quién era Úrsula? Una cazadora de la Edad de Hielo, que vivió entre el sur de Francia –lo que es actualmente la comuna de Les Eyzies-de-Tayac-Sireuil– y el norte de España. «Pudo ser una de aquellas personas que dibujó las primeras pinturas rupestres, como las de Altamira», dice Bojs. Una mujer fuerte, atlética, acorde a su modo de vida. Pudo ser asimismo una de las que domesticaron al perro, de las primeras en coser o de incluso tocar las flautas más antiguas que se conocen, fabricadas con hueso del ala de un buitre. La autora dice que, su hermano, al que le encanta la caza, no le extrañó este parentesco. «Claro, ¿cómo no vamos a descender de ella?», le dijo. Pero esto es un error muy común. «Tenemos miles y miles de antepasados dispersos. Así que no podemos decir que hayamos heredado talentos, habilidades o intereses», aclara.
Bojs no se quedó en Úrsula. También rastreó la huella genética de su abuela paterna, Hilda. Sin embargo, la mujer ya había fallecido, por lo que necesitó la ayuda de su tío Anders, que accedió a hacerse un análisis de ADN. En este caso, descubrió que pertenece al grupo H y, concretamente, al subgrupo H1g1. Se trata de uno de los más representativos de los primeros pueblos agricultores de Europa.
¿Y a quién nos encontramos aquí? «A una de aquellas mujeres que inventó las primeras formas de agricultura, en algún lugar entre Siria y Turquía, y que después las extendió a toda Europa», dice Bojs. Es más: no descarta que «las llevara en barco a España, zona a la que llegaron hace unos 7.000 años», según los últimos descubrimientos científicos. De hecho, cuando esta agricultora, a la que podemos llamar Helena, llegó a nuestro país, los descendientes de Úrsula aún estaban en la Península. Y, en algún momento se produjo el cruce. Pero, ¿por qué abandonó Helena Oriente Próximo? «Es posible que se debiera a una sequía de proporciones catastróficas. Hay evidencias de que se produjo una caída muy notable de la humedad», responde Bojs. En este caso, destaca en el libro el trabajo realizado por un grupo de investigadores españoles, concretamente de Barcelona. «Quería desplazarme a Siria para estudiar las rutas de estos agricultores. Pero el país estaba en guerra. Empecé a desesperarme. Y ya me había rendido cuando se publicó su estudio: el análisis de huesos y dientes de decenas de esqueletos», afirma Bojs. Confirmado: su abuela Hilda, y por tanto ella misma, era descendiente de aquellos primeros granjeros.
Aún hay una tercera línea de su descendencia, más reciente: los pastores indoeuropeos. Hace 5.000 años partieron de las estepas rusas hacía Europa central, la costa atlántica... y también el sur de España. «Es el motivo por el cuál tú hablas español, que es una lengua indoeuropea», dice la autora. ¿Y cómo eran? Aquellos hombres primitivos «ya contaban con caballos domesticados y eran muy buenos trabajando algunos metales, como el cobre». De hecho, nuestro país pudo ser perfectamente escenario de uno de los momentos claves de la historia de la humanidad. «Sabemos que estos pastores llegaron a España y, en algún lugar, encontraron estaño. ¿Y qué ocurre cuando juntas estaño y cobre? Que obtienes el bronce. De ahí surgió la Edad de Bronce. Y este fue el inicio real de la cultura en la que vivimos hoy en día», explica la autora.
Quién sabe si los antepasados de Bojs se cruzaron en algún momento con el que hoy conocemos como «el hombre de la Braña». Hace tres años, y gracias al uso de técnicas forenses, un grupo de investigadores dirigido por el español Carles Lalueza-Fox, del CSIC, realizó el retrato robot de un individuo de unos 7.000 años y cuyos restos fueron hallados en la cueva leonesa de La Braña. ¿Resultado? Un hombre de tez muy morena, pelo negro y ojos azules. «Fue muy controvertido, pero otros equipos científicos están viendo que en Europa central y occidental podrían haber habitado personas similares. De hecho, es un perfil parecido al de muchas personas que hoy viven en Cerdeña y también en España», afirma.
¿Qué es lo que ha aprendido de este «viaje» a lo largo del tiempo? «Que somos una mezcla. Y yo he intentado rastrear las diferentes oleadas que se han producido en la Historia», responde. Del mismo modo, también ha extraído su conclusión en torno al eterno debate: ¿estamos determinados por nuestros genes o el ambiente en el que nos movemos es decisivo? «También es una mezcla. Cualquier postura que diga lo contrario es demasiado simplista y está equivocada».
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