Facebook

Internet desde los 7 años, más una oportunidad que un riesgo

Es más sencillo educar a los menores en el uso responsable de internet cuando son más jóvenes, dice una experta

Los niños comienzan a navegar en internet a partir de los siete años, según un estudio europeo en el que ha participado la investigadora de la Universidad del País Vasco Maialen Garmendia, quien considera que el acceso a la red desde tan temprana edad no es tanto un riesgo como «una oportunidad».

En una entrevista con Efe, Garmendia ha explicado que es más sencillo educar a los menores en el uso responsable de internet cuando son más jóvenes. «Es mucho más fácil supervisar qué hace y qué contactos tiene un niño de 9 años que un adolescente de 14, que no querrá que un adulto vea sus conversaciones», ha afirmado.

El proyecto en el que trabaja esta profesora deriva de «EU kids online», una red de investigación sobre menores e internet que funciona en más de 20 países europeos.

A iniciativa de la Comisión Europea, que lo financiaba, surgió un proyecto más reducido para Italia, Reino Unido, Rumanía y Dinamarca, al cual se han adherido otros países como España, donde trabaja el equipo de Garmendia.

El proyecto, llevado a cabo mediante una encuesta a 500 menores de entre 9 y 16 años, y a un padre o madre de cada uno de ellos, arroja datos como el temprano acceso de los jóvenes a la red.

«Cuando en 2015 preguntamos a los jóvenes, los que tenían entre nueve y diez años se habían iniciado sobre los siete, mientras que los de entre 15 y 16 años habían comenzado a tener acceso a la red a los diez o a los once años, de modo que cada vez acceden más pronto», ha afirmado la profesora.

«El objetivo del trabajo era ver hasta qué punto, en el contexto mediático actual, con los dispositivos móviles y la convergencia de medios, existen riesgos para los menores, y hacer recomendaciones al respecto», ha explicado.

De todos modos, para Garmendia la evolución de los medios ha influenciado la investigación, ya que al principio los menores solo podían conectarse en ordenadores fijos, y con los años han aparecido nuevos dispositivos y plataformas. «Todo esto ha revolucionado el uso de los dispositivos y la conexión a internet», ha asegurado.

Entre los riesgos que preocupan a algunos adultos, Garmendia ha mencionado el acceso a la pornografía o el «sexting» -envío de mensajes con contenido sexual-, que puede derivar en acoso si uno de los componentes de una relación reenvía imágenes íntimas de la otra persona a sus compañeros o amigos.

También ha comentado que a los adultos les preocupa el contacto de los menores con extraños, pero ha asegurado que los niños son «más sensatos de lo que la gente cree», y que normalmente no acuden al encuentro de alguien a quien han conocido por internet sin la compañía de sus amigos.

Con respecto al «bullying» o acoso escolar, Garmendia ha comentado que, si bien el «ciberacoso» prácticamente se ha duplicado en los últimos tiempos, los casos de acoso cara a cara se han multiplicado aún más, por lo que ha asegurado que este problema «trasciende lo puramente tecnológico».

Para prevenir los posibles riesgos en el acceso de los menores a internet, sus progenitores juegan un papel vital. «Siempre decimos que los padres tienen que ser proactivos, hay que hacer un esfuerzo por supervisar lo que hacen los niños en internet, ya que es un espacio muy importante en su vida», ha subrayado la profesora.

La responsabilidad de los padres es mayor desde la llegada de los teléfonos inteligentes, ya que antes se podía poner filtros en el ordenador que impedían acceder a ciertas páginas, lo que hoy día resulta más difícil.

«Ahora, con el ‘smartphone’, los niños llevan un ordenador en el bolsillo, así que nosotros decimos que el mejor filtro es la comunicación», ha sentenciado Garmendia.

De todos modos, no toda la responsabilidad recae en los padres, ya que, según Garmendia, también es deber de los educadores inculcar buenos hábitos en el uso de internet, habida cuenta de que hoy en día los menores utilizan dispositivos en los centros para seguir las clases.

Además, para la investigadora es importante ser consciente de que los niños imitan lo que ven. «Hay que poner límites o normas, como algunas franjas horarias en las que no se puedan usar los dispositivos, por ejemplo en las horas de comidas», ha opinado.

Efe