Feria de San Isidro
Talavante, sangre y honor
El torero corta una oreja a un encastado Cuvillo y cae herido en San Isidro
El torero corta una oreja a un encastado Cuvillo y cae herido en San Isidro
Las Ventas. Decimotercera de San Isidro. Se lidiaron toros de Núñez del Cuvillo, desiguales de hechuras y presentación. El 1º noble pero le falta poder; el 2º, encastado y de buen juego; el 3º, movilidad pero sin calidad ni demasiada transmisión; el 4º, de buenas condiciones pero con las revoluciones justas; el 5º, encastado y bravo, exigente y buen toro; y el 6º, se rompe la mano. Lleno de «no hay billetes».
Juan Bautista, de burdeos y oro, estocada, descabello (silencio); estocada caída (saludos).
Alejandro Talavante, de azul noche y oro, pinchazo, estocada (saludos); estocada caída (oreja).
Roca Rey, de azul marino y oro, bajonazo (silencio); estocada (silencio).
Parte médico Talavante: «Herida por asta de toro en el tercio inferior de la cara interna del muslo, con una trayectoria hacia arriba y hacia abajo de 20 cm. que produce despegamiento de tejido celular subcutáneo. Pronóstico reservado»
El toro era un huracán, encastado, un torbellino que se atornillaba a la muleta y convertía aquello en una espiral. Era el quinto Cuvillo. Y el quinto no perdonó. Levantó los pies a Alejandro Talavante con la furia del toro encastado que está en medio de la pelea, que quiere más, que no renuncia, y le pudo destrozar y de hecho, le metió el pitón. Muy demoledora la cogida, a punto estuvo de meterse para la enfermería pero se mantuvo en pie y a partir de entonces ni un gesto de dolor, ni un guiño a la galería. Volvió a la cara del toro, del imponente Cuvillo, con la muleta en la mano izquierda, al natural, desprendido de miedo y henchido de valores, quedarse para entregarse de verdad. Cuajó al toro ahí, en ese instante, con la carne herida, fueron dos o tres tandas las que vinieron. Y un cambio de mano ya preparando al toro para la muerte simplemente monumental. Recibiendo acabó con el toro, se le fue abajo, primaban las emociones. Se le pidió la oreja. Se le concedió. Y una vez apretada con la mano, conseguido el logro, mientras la sangre empapaba la media hacia la zapatilla caminó de nuevo, pero esta vez el paseíllo inverso y en dirección a la enfermería. Imagen torera. No se había detenido con su primero. No era cuestión de tiempo. Maneja la escena. La defiende y la argumenta. Y se puso a torear a la de ya al segundo, que cantó las virtudes pronto: codicia, descolgaba la cara y quería pelea. Fue quizá esa tanda inicial la más emocionante. De ahí para adelante no nos dejó indiferente, pendiente siempre de lo que pasaba por allí. Ligó por la derecha, se entretuvo en algún pase de pecho, improvisó en un cambiado por la espalda cuando se quedó descolocado... Era faena de búsqueda, pero adentrándonos en los matices, no fue de las faena rotundas de Talavante que te mueven las entrañas. La emoción vino después.
A Roca Rey se le esperaba. Se le espera. Argumentos ha dado en los últimos tiempos de sobra. Y de hecho fue emocionante su puesta en escena en el segundo. Un quite. Nada más. Y le hizo hilo y acabó feo. Pero con su sello de compromiso más allá de la media. El tercero era su toro pero la faena no fue. Movilidad tuvo el Cuvillo y también punteaba el engaño. No fluía la cosa así y la espada cayó en los bajos. El sexto fue un muro infranqueable en el mismo momento que se lastimó una mano. Imposible. Habrá que esperar, le queda recorrido a su juventud. Aunque debe prestar atención a colocarse bien en la plaza, sobre todo cuando es el momento de cubrir a los banderilleros.
Salinero de pelo, "Tobillita"de nombre fue el primero de la tarde. El Cuvillo que comenzaba a despejar las dudas del cartelazo que había convocado el ansiado "No hay billetes". Era una belleza de toro y tuvo buena condición pero le faltó empuje en la muleta como le está faltando empuje a la feria. Abrió el cartel un francés, el veterano Juan Bautista se las vio con él. Noble el toro acudió al engaño hasta el final con calidad y suavidad; Bautista nos descubrió al toro de vez en vez, cuando quiso encajarse con el animal y reunirse, después la faena se le fue en altibajos. El cuarto tuvo también buena condición pero fue protestado por flojo en los primeros tercios y así llegó a la muleta, con el ímpetu justo. Se alargó en una faena de oficio sin conexión. Talavante dio la tarde.
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