Venezuela
Venezuela ocultó información del avión con 1.600 kilos de cocaína
En el atestado del caso se subraya que hombres «con lo que parece uniforme militar» participaron en la trama
El atestado policial del caso del jet de lujo procedente de Venezuela que fue incautado en Canarias en agosto de 2012 con 1.588 kilos de cocaína a bordo contiene indicios que apuntan a la posibilidad de que autoridades aeroportuarias y otros cargos del chavismo estuvieron involucrados en la trama. Esta hipótesis está en la línea de lo ya apuntado por la DEA estadounidense (noticia de la que se han hecho eco publicaciones como los diarios «The New York Times» y «The Wall Street Journal»), que acusa a Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela y «número dos» del chavismo, de ser el cerebro del llamado cártel de Los Soles, red de narcotraficantes integrada por ex miembros del Ejército venezolano.
Además, es un hecho que parece apuntalar esta hipótesis el que, durante los primeros compases de la investigación, las autoridades venezolanas no facilitaron su versión de los hechos «por razones no explicadas» y sólo días después se empezó a compartir información con la Policía española y a realizar 17 detenciones que fueron ampliamente publicitadas por el aparato mediático bolivariano. Parece difícil de explicar que «dos vehículos todoterreno» y «entre diez y doce personas armadas y vestidas de camuflaje» entraran en el recinto de uno de los aeropuertos más importantes de Venezuela con tonelada y media de cocaína sin que en algún momento ninguna unidad del omnipresente aparato de seguridad del régimen participara o, al menos, conociera la existencia de una operación en la que, como se aseguró finalmente desde Venezuela, «se estableció contacto con el personal civil y militar del aeropuerto para posibilitar que entratan los vehículos con el estupefaciente». También se recoge en el informe policial el hecho de que la salida de la droga desde Valencia (la tercera ciudad más importante de Venezuela) y la incautación de la droga en Canarias tuvieron lugar coincidiendo con un proceso electoral en el país, concretamente las elecciones presidenciales que otorgaron a Hugo Chávez su cuarto mandato como presidente de Venezuela.
Uno de los detenidos en Venezuela –Leonardo José Cabaña Borja, gerente de la empresa de servicios aeronáuticos Banyan Services– declaró haber contactado con «una serie de militares de la Guardia Nacional Bolivariana», a los que identificó nominalmente para que, mediante un soborno, facilitaran la carga del avión y su despegue. En un primer momento, la tripulación del jet de lujo, un Bombardier Global Express, debía ser trasladada a un hotel mientras la carga se alojaba en el avión; pero, ante la negativa del piloto a dejar la puerta abierta del compartimento de carga, los hombres armados tuvieron que ocultarse en unos hangares cercanos dentro del aeropuerto. Otro de los 17 detenidos en Venezuela, un colombiano llamado Juan Carlos Bilbao Lara, declaró haber franqueado la aduana de la Guardia Nacional del Aeropuerto de Valencia a los vehículos que trasladaban la droga y a sus ocupantes. Asimismo, confirmó que el destinatario final de la droga era «un ciudadano árabe», dato este que parece explicar el destino final del avión, Cotonou (Benin), donde existe una importante comunidad de libaneses que gozan de un estatus especial por parte del Gobierno de este país de África occidental y que, según sospechas de la Policía de Benin, podría estar utilizando estos privilegios para actividades relacionadas con el narcotráfico.
Otro detalle que recoge el atestado policial del caso, al que ha tenido acceso LA RAZÓN, refuerza la hipótesis de que elementos militares participaran en la trama. Se trata de una fotografía que fue entregada a los pilotos del avión para indicarles donde debían estacionar el Bombardier en el aeropuerto de Valencia, es decir, el lugar alejado dos kilómetros de la pista donde finalmente se cargó la droga destinada a Benin que finalmente terminó en Canarias. En esa fotografía estaba marcado a bolígrafo un punto con las palabras «Parqueo» y «Parker». El pobre conocimiento de inglés no es la única prueba de la precipitación con la que se desarrollaron los acontecimientos. La fotografía en cuestión, tal y como apreciaron los instructores del caso, parece ser una instantánea tomada de un mural colgado de una pared y cubierto con un cristal que hace las veces de espejo y en el que se puede observar a «dos individuos vestidos con lo que parece un uniforme militar».
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