Opinión

Salvador illa y el nuevo tiempo político en Cataluña

Ha sido una de las figuras del PSC que más se han movilizado en contra del Procés independentista

Alex Cortés

Tras la aparición (y huida) de Carles Puigdemont el día de la investidura de Salvador Illa, en Catalunya se ha abierto un nuevo tiempo político. Sólo los hechos (y no las buenas palabras) demostrarán si Salvador Illa marcará un punto y final en el procés independentista y en la dinámica de inestabilidad política e institucional instalada en Cataluña desde hace mucho tiempo o será simplemente una continuación del proceso de degradación al que han estado sometidas las instituciones públicas en Cataluña.

Por el momento, Salvador Illa ya ha nombrado a los principales cargos del Govern. Un total de 16 consellers, 2 más que el de Pere Aragonès o 7 más que el actual Gobierno de Isabel Díaz Ayuso. Muchos de ellos son conocidos y sus nombramientos responden a la lógica de los equilibrios estructurales internos del PSC.

Al margen de la crítica que se pueda hacer, los perfiles elegidos son solventes y tienen experiencia de gestión. Destaca la figura de Albert Dalmau, nuevo conseller de Presidència con 33 años y uno de los perfiles emergentes de este Ejecutivo y que sale reforzado tras su buena gestión al frente de la Gerencia del Ajuntament de Barcelona. Otros de los nombramientos que no pasan desapercibidos son los consellers ‘independientes’ que Illa ha nombrado y que buscan ampliar el espacio electoral del PSC durante estos próximos años especialmente de votantes de izquierdas nacionalistas de la órbita de ERC, pero también del ámbito del centroderecha nacionalista de Junts y de Unió. Destaca el caso del conseller de Empresa que hasta hace poco formaba parte de Junts o el conseller de Justicia, Ramón Espadaler, exidirigente de la extinta Unió Democràtica de Catalunya y que ya formó parte de los gobiernos de Artur Mas o Jordi Pujol.

Cabe recordar que Salvador Illa ha sido una de las figuras del PSC que más se han movilizado en contra del Procés independentista y que durante muchos años estuvo al frente de las manifestaciones multitudinarias que organizó Societat Civil Catalana (SCC) junto a sus presidentes, primero con Josep Ramon Bosch y posteriormente con José Rosiñol y Fernando Sánchez Costa, entre otros, para denunciar los constantes atropellos a la Constitución y a la convivencia que realizó el gobierno de Artur Mas, Joaquín Torra, Carles Puigdemont y que desembocó en el 1-O.

Salvador Illa es el primer president de la Generalitat en 14 años que no es independentista y que cree por convicción en la concordia entre Cataluña y el resto de España, pero depende de partidos políticos que de una forma o otra buscarán más pronto que tarde volver a la ruptura. Y esa dependencia también se traslada a los gestos institucionales. El president electo podría haber aprovechado la oportunidad en su toma de posesión de haber puesto la bandera de España junto con la catalana pero prefirió (por acción o por omisión) continuar (o caer) una vez más en el marco institucional impuesto por los nacionalistas desde hace mucho tiempo donde parece que enseñar la bandera de nuestro país molesta cuando precisamente simboliza la unión de todos los españoles.

Ahora, Junts y ERC tienen que (re)definir su hoja de ruta. Los republicanos han decidido apostar por la vía del pragmatismo que pasa por entenderse necesariamente con otras fuerzas políticas pero sin renunciar a su horizonte. Junts tendrá que decidir en su congreso el próximo mes de octubre si apuesta por continuar por la vía de la confrontación o si por lo contrario, fuerza un cambio de liderazgo que ponga punto y final a una estrategia política que ha llevado a la mayor decadencia política, económica y social de Cataluña en más de cuatro décadas.